Si pudiésemos definir el Grito de Independencia que protagonizó Claudia Sheinbaum, simplemente diría que fue espectacular. Fue, además de ello, un hecho sin precedentes que quedará grabada en la memoria histórica y el anecdotario de nuestra democracia que una mujer, de la talla de la jefa de Estado, gritó a los cuatro vientos: ¡Viva México! En medio de ese clima de efervescencia, a propósito de ello, vimos una plancha del Zócalo abarrotada. Todos, sin excepción alguna, se dieron cita desde temprana hora para acompañar la fiesta popular. Su presencia, en efecto, engrosó la postal que retrató el grito ensordecedor cuando salió Sheinbaum al balcón de Palacio Nacional. Manteniendo el temple y la sobriedad caminó por los pasillos. La bandera, que sería ondeada en símbolo de la lucha de independencia, fue entregada por una escolta de puras mujeres, del Colegio Militar.
Lo que ha hecho Claudia Sheinbaum, de verdad, es digno de reconocer. En su primer Grito de Independencia, como en su momento lo hizo Andrés Manuel López Obrador, la jefa de Estado se alejó de la parafernalia. Sin lujos ni excentricidades salió ante miles de asistentes a rememorar el significado tan especial que tienen estas fechas. De hecho, recordó el papel crucial de algunas mujeres que se entregaron a la resistencia contra el yugo de los españoles. A todas ellas, que forman parte de esta historia, se les hizo un reconocido homenaje al mencionarlas. Destacaron muchas, por cierto. Eso, como telón de fondo, nos confirmó el tiempo crucial que vivimos, y el rol sustancial que juega la mujer ahora que la brecha de la desigualdad ha comenzado a cerrarse. La misma representación de la mujer, en puestos de elección, posiciones y hasta la propia silla presidencial, justamente ahora, nos habla de lo relevante y de los tiempos cambiantes que, para fortuna, hemos podido atestiguar.
Las mujeres, desde hace décadas, son parte de este cambio sustancial, pero, de igual forma, de la lucha social por la democracia. Conforme ha ido avanzando el tiempo, estamos al tanto de ello, la representación de la mujer ha ido alcanzando un equilibrio en cargos públicos, lo mismo que al frente de las entidades. De hecho, una cantidad importante de gobernadoras forman parte del ejecutivo, luego de los triunfos que se alcanzaron a la par de la silla presidencial. Ellas, en efecto, se han ido asegurando que el trabajo que ponen en marcha sea lo más eficiente posible. De acuerdo con la última encuesta que mide el desempeño de los mandatarios, de las 32 entidades, pudimos constatar el grado de eficiencia en el manejo de las políticas públicas.
Hace unos días, en efecto, pudimos constatar un Grito de Independencia histórico en cada una de las entidades, en especial de aquellas mujeres que protagonizaron su primera aparición en un marco memorable como el inicio de la lucha por la Independencia. En Morelos, por ejemplo, Margarita González se reunió a las afueras del palacio de gobierno con una multitud. Hizo historia al ser la primera gobernadora de Morena que ondeó la bandera. Podemos decir que ella, como tal, es pionera del proyecto de transformación, después del desastre que, a manos de Cuauhtémoc Blanco, se llevó a cabo en la pasada administración. Lo mismo pasó en Veracruz, con Rocío Nahle. Fue ella, en esa perspectiva, quien entró a los pasillos del palacio de gobierno para alzar la voz y gritar: ¡Viva México!
Clara Brugada no hizo lo propio. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, como se ha hecho una costumbre, acompaña el Grito de Independencia en el corazón de la ciudad que gobierna. En uno de los balcones principales de Palacio Nacional, como estaba previsto, Brugada apareció para ser testigo de este arranque histórico que le ha tocado protagonizar a la mujer en ese tipo de encomiendas de primer nivel. A la par de ello, desde luego, nos llena de orgullo saber que la encomienda que les ha delegado el pueblo, en este primer año de gestiones, lo hacen de la mejor forma posible. Por eso las reacciones en las encuestas se manifiestan así.



Podemos decir que, como tal, pasamos de la construcción de la democracia en igualdad de género, a concretarse el acceso equitativo para que nos representen en esa división de poderes de la nación. Vemos a una presidenta erigida; a muchas senadoras y diputadas que, con valentía, defienden el proyecto de transformación. Y qué decir de las nuevas ministras de la Suprema Corte de Justicia. Todo eso coincidió en un punto crucial que, para fortuna, podemos narrar. Estamos rodeados de mujeres talentosas, científicas, académicas, amas de casa, activistas. Sin ir más lejos, en todos lados luce la capacidad que se enmarca en su labor constante, en su trabajo, en sus encomiendas. Por tal motivo, es de orgullo mencionar que es, evidentemente, tiempo de mujeres, especialmente por la tareas a la que se dedican con entrega, amor, convicción y cariño.
El mejor reflejo de todo ello es ver, con esa multitud, a miles y miles de mexicanos concentrarse en la plancha del zócalo de la Ciudad de México, lo mismo que en los alderredor de los palacios de gobierno de las entidades donde las gobernadoras despachan con una eficiencia puntual. Saben tomar con responsabilidad los desafíos y los retos y, mejor aún, una toma de decisiones atinadas, como el caso de la presidenta, Claudia Sheinbaum.