El historiador Alfred McCoy, en su libro “A la sombra del siglo americano: El ascenso y declive del poder global de EE.UU.”, argumenta que, “ante los rendimientos decrecientes de su poder económico y diplomático”, Estados Unidos podría “embarcarse en aventuras militares desaconsejadas que pueden conducir a la derrota y el desastre”.
Se trata de un fenómeno que los historiadores denominan micro-militarismo, por el cual líderes que buscan restaurar un poder fallido y desvanecido se involucran en desacertadas aventuras de política exterior que conducen a la destrucción final de sus imperios. El último ejemplo moderno es el de Gran Bretaña y Francia con la Crisis de Suez de 1956, que significó el fin de lo que quedaba del imperio británico.
Así cómo los británicos soñaban con recuperar viejas glorias, así los neoconservadores y Donald Trump sueñan con recapturar el prestigio despilfarrado la última década con alguna agresión militar a México. Declarar a los cárteles terroristas, qué ellos mismos arman y financian con decenas de millones de adictos, es el primer paso para cumplir esa fantasía bélica y económica estadounidense.
Aún así, una hipotética invasión a México supondría la ruina económica y política para los Estados Unidos, al interrumpir las cadenas de producción que no se han recuperado del todo desde la crisis de la pandemia y al aumentar la ya de por si grave crisis de costo de vida que golpea a cientos de millones de estadounidenses.
¿Se cumplirán las fantasías bélicas de Trump y los neoconservadores de su gabinete? Por el bien de nuestro país, espero que no.