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La construcción del Tren Maya está dando la oportunidad de descubrir, investigar rescatar y mejorar zonas arqueológicas de esa bella zona del sureste del país lo que es una valiosa aportación a la historia y una forma de promover un turismo cultural que atraiga viajeros de todas partes del mundo y exista un desarrollo económico que beneficie a las comunidades de esa región que por décadas fueron abandonadas.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que dirige Diego Prieto ha hecho una gran labor para el rescate de las zonas arqueológicas del México prehispánico, por donde pasara el ferrocarril, pero se está olvidando unas maravillosas construcciones mayas que están cerca de lo que será la Estación de Izamal, y a un a un lado de donde estará el paradero de Tixkokob, que lleva por nombre Ruinas de Ake.

Escondido entre la maleza y caminos de piedra, se encuentran las Ruinas de Ake que se ubican al noreste de la capital del Estado a unos 40 kilómetros y es un lugar donde se junta el esplendor de la cultura Maya, la época colonial, y el auge del henequén en el periodo porfirista.

Esta zona arqueológica puede representar un punto muy atractivo para el turismo ya que se encuentran unas bellas construcciones prehispánicas que nos hablan del esplendor maya, pero estas edificaciones que datan de más de mil años, están olvidadas y no se han rehabilitado, siendo una buena oportunidad que el INAH voltee a esa parte y que las edificaciones recuperen su grandeza,

En esta región también se encuentran cenotes de agua cristalina, un Sacbè (en maya sakbej) cuyo significado es camino blanco, donde los antiguos habitantes construyeron una vialidad comunicaban las Ruinas de Ake con Izamal, pero por desgracia este camino se encuentra llena de maleza y piedras, pero con un poco de esfuerzo y presupuesto se podría rescatar para convertirse en un agradable paseo para los visitantes.

Después de la conquista de esa región maya por parte de los españoles; los invasores construyeron una hacienda desde donde explotaban a los pueblos originarios, esta construcción fue olvidada, `pero luego se rescató por los hacendados henequeneros a finales del siglo XIX con lo que recobro su arquitectura y belleza original.

El auge del henequén hizo que los pueblos originarios de esa región fueran explotados de una forma salvaje, pero cuando la fibra perdió mercado por otros derivados del petróleo como el nailon, la producción bajo o de plano se terminó pero en la Hacienda de San Lorenzo de Ake, se siguió fabricando mercancías provenientes de esa planta que en maya se le conoce como “ki” y ahora la hacienda también es visitada y se puede contemplar cómo se producen esas mercancías agroindustriales con maquinaria que tiene más de 100 años, en verdad es un gran espectáculo.

En la hacienda de San Lorenzo de Ake, que pertenecen al municipio de Tixkokob se produce con la planta del henequén una bebida que tiene el mismo proceso que el mezcal de nombre Sisal, la cual merece ser rescatada su producción.

Las posibilidades turísticas y de desarrollo económico de esa zona de la península de Yucatán son enormes, pero se tendría que asignar un presupuesto, un plan integral que no solo rescate y mejore la zona arqueológica, sino también que se convierta en un pueblo mágico, reparando sus calles, con alumbrado de tipo colonial y que se rehabilite el sacbé que comunicaba a Izamal, poniendo en esos caminos carros calezas y bicicletas y se disfruten los paisajes.