México es un país de contrastes. Mientras millones de personas no tienen garantizado un plato de comida en su mesa, toneladas de alimentos perfectamente comestibles terminan cada día en la basura. Es una realidad que lastima, pero que también exige respuestas firmes desde el Congreso.
Hoy me llena de orgullo compartir que la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural, Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria aprobó mi tercera iniciativa en lo que va de esta Legislatura. Esta reforma a la Ley General de la Alimentación Adecuada y Sostenible no es cualquier modificación: es una propuesta concreta y urgente para combatir uno de los problemas más graves y absurdos que vivimos como país: el desperdicio de alimentos.
La paradoja es brutal. En México se desperdician más de 20 millones de toneladas de comida al año, mientras que más de 28 millones de personas viven en inseguridad alimentaria, muchas de ellas en Querétaro. Hablamos de madres que no saben qué van a dar de comer a sus hijos al día siguiente. De adultos mayores que hacen malabares con pensiones mínimas para alimentarse. De niñas y niños que crecen sin los nutrientes necesarios para su desarrollo. Y al mismo tiempo, cada día se tiran frutas, verduras, pan, carne, cereales y lácteos, simplemente porque no se vendieron o porque tienen una etiqueta mal impresa.
Esto no puede seguir así.
Por eso, esta iniciativa tiene un objetivo claro y contundente: establecer mecanismos legales para que los alimentos no comercializables, pero aptos para el consumo humano, sean donados a quienes más los necesitan, en lugar de ser desechados.
¿Qué plantea esta reforma?
• Prohíbe a los establecimientos comerciales tirar alimentos que aún pueden ser consumidos y les permite donarlos legalmente a bancos de alimentos.
• Promueve la creación de convenios entre autoridades y bancos de alimentos, para facilitar la recolección y redistribución organizada y segura de estos productos.
• Fomenta la operación de comedores comunitarios accesibles, donde se sirvan alimentos recuperados a familias en situación vulnerable.
• Establece campañas nacionales de concientización para reducir el desperdicio desde casa, comercios y la industria.
• Y algo fundamental: se reconoce el papel de la sociedad civil organizada, como los bancos de alimentos, que ya llevan años haciendo esta labor sin apoyo suficiente.
Esta reforma es una herramienta poderosa para construir un México más solidario, más justo y más sostenible. No se trata solo de dar alimentos, sino de garantizar el derecho a la alimentación como lo establece nuestra Constitución. Se trata de conectar excedentes con necesidades. De transformar lo que antes era basura, en esperanza.
Como diputado federal por Querétaro, he caminado de la mano con las causas sociales, y esta iniciativa es reflejo de ese compromiso. Es la tercera que presento y que logra avanzar en comisiones, y no me detendré aquí. Seguiré impulsando leyes con impacto real, con sensibilidad social y con visión de futuro.
Hoy México necesita más que discursos: necesita decisiones valientes, soluciones concretas y voluntad para cambiar lo que ya no puede continuar igual.
Desde el Congreso de la Unión, mi compromiso es claro: seguiré trabajando incansablemente por Querétaro y por cada familia mexicana que merece vivir con dignidad.