Conozco a Tatiana Clouthier desde hace muchos años. Siempre la he considerado una persona culta, honesta e idealista. Admiro su entrega de décadas al activismo democrático. No tengo la menor dura: si apoyó a AMLO lo hizo nada más para contribuir a consolidar la democracia mexicana.

Hija de Manuel Maquío Clouthier, un mexicano excepcional, Tatiana vio en Andrés Manuel a un dirigente comprometido con las mejores causas de la política, sobre todo la del sufragio efectivo, tantas veces violado en nuestro país.

La señora Clouthier no coincide con el presidente López Obrador en todo. Tal vez sean mayores sus diferencias ideológicas que sus coincidencias, pero en lo fundamental están de acuerdo: sin democracia no hay desarrollo posible.

Es una mala noticia la renuncia de Tatiana Clouthier a la Secretaría de Economía. Ojalá quien la sustituya posea al menos la mitad de la sensatez, la capacidad de trabajo y el compromiso con la ética que han distinguido toda su vida a la hija del Maquío.

Lamento que la renuncia de Tatiana haya sido usada por gente oportunista para golpear a AMLO.

Dicen que el presidente López Obrador le negó un abrazo a Tatiana Clouthier. Eso es falso.

Ella, en efecto, quiso abrazar a Andrés Manuel, pero este hombre no correspondió al gesto porque realizaba algo mucho más importante en un momento tan emotivo como la despedida de una mujer respetada y querida por todo el mundo en la 4T: el presidente no la abrazó porque tenía sus manos ocupadas aplaudiendo a Tatiana; era la mejor forma de agradecer todo lo que ella aportó al gobierno de López Obrador.

Canalla, por lo tanto, se vieron muchos. Como Joaquín López-Dóriga en su columna de Milenio al subrayar el no aplauso —que debería entenderse como la sí ovación presidencial a Tatiana Clouthier—.

Espero que ella regrese pronto a la política. Hacen falta en tal actividad personas como la hija de Maquío, quien heredó de su padre los elevados ideales que la han convertido en figura fundamental de la vida pública de México.