“La cosa no es cambiar de dueño, sino dejar de ser perro.”

MANUEL “MAQUÍO” CLOUTHIER

“El cubrebocas sirve para lo que sirve y no sirve para lo que no sirve.”

HUGO LÓPEZ-GATELL

En aquello de los “abrazos no balazos”, ella no recibió el suyo. Ni siquiera porque era su despedida.

Ante la renuncia de Tatiana Clouthier —no se sabe si a motu proprio o como petición del jefe del Ejecutivo federal—, hubo aplausos y el aviso de que hoy se presentará un nuevo secretario —o secretaria— de Economía.

Las teorías de la razón de su renuncia abundan. Desde que ella no está de acuerdo con la militarización que avanza en el país, hasta que le escucharon hablando mal del presidente López Obrador y fue despedida.

No hay que olvidar tampoco que las presiones del “ala” dura de la economía (el señor de las casas, Manuel Bartlett, Rocío Nahle y Octavio Romero) nunca pararon… Seguro no concordaba en nada con ese trío (precisamente ayer, luego de la salida de Tatiana, AMLO convocó a estos funcionarios a Palacio Nacional para reunión urgente).

También surgió la duda de que López Obrador no quiere cumplir con lo establecido en el T-MEC que él firmó —y se supone revisó Jesús Seade— y, ante eso, Clouthier mejor renunció. En este sentido vale recordar la soflama que iba a dar el tabasqueño el 16 de septiembre y que, con la visita del secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken, quedó —afortunadamente— en agua de borrajas.

Escuchemos lo que escribió la “tía Tatis” en la carta que leyó en la mañanera: “mi oportunidad de sumarle al equipo está agotada. Me paso a la porra, desde donde seguiré con ánimo al equipo o, como decimos desde el espacio común, a ser una más que trabaja por la patria, ya que la revolución de las conciencias no permite dejar involucrarnos en el quehacer del país”… Todo muy bonito, pero…

Surgieron las preguntas: ¿ahora qué hará?, ¿se irá a su casa a producir libros de la 4T? Después de todo, ella escribió “Juntos hicimos historia”. Antes, también, “Maquío mi padre”. ¿Querrá ahora escribir “Las pesadillas de Andrés”? (una versión algo más realista de “Los sueños de Andrés” de Gina Jaramillo) o, como secuela de su libro de la 4T, ahora será ¿”Juntos destruimos al país”? Son preguntas, que conste.

Tal vez, prefiera irse a su casa o la manden hacer campaña al norte del país. En una de esas, regresa como la hija pródiga al PAN.

En resumidas cuentas, para lo que servía (esto es, dado que ella no servía en Economía para aportar racionalidad en la política económica, ni sirvió para eso cuando fue diputada, entonces su papel fue el tan conocido en la 4T del florero,  como Alfonso Romo, Olguita Sánchez Cordero, Carlos Urzúa y tantos más confiables para la parte de la sociedad no fanática de  izquierda), la respuesta es: lo que haga o no haga ahora Tatiana da exactamente lo mismo.

¿Se preguntará por qué no paró a Bartlett? ¿O por qué tuvo que soportarlo? (y es que hay historia donde el hoy director de CFE y el padre de Tatiana tuvieron serios desencuentros en torno a la democracia de este país).

También dudará de si valió la pena todo lo que sacrificó por López Obrador y la 4T, incluyendo (y empezando) por estar peleada con su hermano; sin olvidar poner las enseñanzas de su padre en pausa.

O tal vez intuyó que el último plan antiinflacionario federal será un fracaso igual como lo fue el primero…

La renuncia de Tatiana lleva también el sabor del endurecimiento patriotero (que no patriota) de las políticas de la 4T. Una visión basada cada vez más en fobias y resentimientos y menos en resultados positivos para la gente. Programas populistas que buscan el voto y pero no hacen nada por fortalecer a emprendedores, industrias, economía en su conjunto.

La partida de Tatiana muestra otras facetas: se confirma que López Obrador puede usar a una persona (idea, propuesta), y una vez que no le sirve, simplemente desecharla. En este caso fue Tatiana, pero hemos visto muchos muchos otros ejemplos. Utilizar en la campaña a los deudos de Ayotzinapa, por ejemplo. El lema del tabasqueño debería ser: “usa y luego tira cuando ya no los necesites.”

La renuncia de Tatiana no puede ocultar que la economía nacional está hecha pedazos. Basta de culpar a Ucrania, a la pandemia, a la inflación mundial. Si bien todo el mundo está sufriendo los mismos embates, hay países que están creciendo y otros —como el nuestro—, que por sus erradas y deficientes políticas económicas, solo siguen retrocediendo.

La salida de Clouthier abona a la incertidumbre ante la inflación que no cesa y frente a las tensiones comerciales con nuestros socios comerciales del T-MEC. Tatiana tuvo tiempo para señalar desde su oficina la serie de malas decisiones económicas que se llevaron a cabo, el asfixiante apoyo a las Pymes durante la pandemia y, ahora, el enfrentar los paneles de controversia del T-MEC.

Tatiana sabía dónde se metía y que todo el mundo (empezando por su hermano) le señaló lo que significaba la 4T y trabajar para ella. El haber guardado silencio tanto tiempo la hace cómplice de la destrucción de una nación.

Tatiana creía en la 4T y en López Obrador; ahora, ante la desilusión, al menos tiene la fortuna de dejar atrás al peor gobierno en la historia de México, así como la oportunidad de reinventarse. Que no las merezca, es otra historia…

Tatiana sirvió a López Obrador para lo que servía. Hoy ya no sirve para lo que no sirve.