¿Quién, siendo mujer, no siente una profunda admiración por Juana de Asbaje, conocida a través de los siglos como Sor Juana Inés de la Cruz, nuestra décima musa? Si hubo una figura que desafió con audacia las estructuras de la sociedad virreinal, fue ella, nacida el 12 de noviembre de 1648, una mente brillante que se abrió paso en un mundo empeñado en silenciarla.
La elección de Sor Juana por la vida religiosa no fue un mero capricho, aunque tampoco podemos negar su vocación. En realidad, su ingreso al convento fue una estrategia audaz para dedicarse a su verdadera pasión: escribir. En ese refugio encontró la libertad intelectual que el mundo exterior le negaba, un espacio sagrado para cultivar su mente y expresar sus ideas sin las cadenas impuestas a las mujeres de su época.
Su vida y obra son un testimonio vibrante de rebeldía y perseverancia. A través de sus poemas, obras de teatro y ensayos, Sor Juana desafió las normas sociales y defendió con fervor el derecho de las mujeres a la educación y al conocimiento. Su pluma se convirtió en un arma poderosa para cuestionar la desigualdad de género y la opresión femenina.
En cada verso, en cada personaje, Sor Juana nos revela la complejidad y la fuerza que reside en cada una de nosotras. Nos invita a reflexionar sobre nuestro papel en la sociedad y a luchar con pasión por nuestros derechos.
En el vasto legado de Sor Juana Inés de la Cruz, la Respuesta a Sor Filotea destaca como un faro de pensamiento feminista en el siglo XVII. Escrita en 1691, esta carta es mucho más que una simple réplica; es una defensa apasionada del derecho de las mujeres a la educación y al conocimiento. En ella, la escritora desafía las restrictivas normas sociales y religiosas que relegaban a la mujer al ámbito doméstico, argumentando con elocuencia y valentía su derecho a estudiar y escribir.
La Respuesta surge como contestación al obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, quien, bajo el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz, había reconocido la erudición de Sor Juana, aunque instándola a enfocar su talento en temas religiosos y no seculares. Ante esta velada crítica, Sor Juana despliega su intelecto y su pluma afilada para defender su vocación intelectual.
De pasada, lanza una crítica mordaz a la misoginia del México virreinal (casi igualita a la misoginia actual), denunciando que se niegue a las mujeres el acceso a la educación para luego culparlas por su ignorancia. Subraya que, si se les diera la oportunidad de aprender, las mujeres podrían aportar mucho al progreso de la sociedad. Esta crítica resuena también en sus famosos versos: “Hombres necios que acusáis / a la mujer sin razón”.
¿Qué hubiera pensado Juana de Asbaje ante los feminicidios actuales? ¿Ante el sufrimiento de las madres víctimas de la violencia vicaria? ¿Ante las miles de desaparecidas? No sé cuál hubiera sido su reacción ante la misoginia de Paco Ignacio Taibo y su desprecio a la literatura escrita por mujeres, pero ayer que recordamos su nacimiento, releí parte de su obra y, con sentimientos encontrados, pensé en lo poco, muy poquito que ha cambiado la situación de la mujer mexicana y lo difícil que sigue siendo defender lo propio, nuestra esencia, nuestro derecho a expresarnos con plena libertad.
Juana, esa mujer excepcional, hija de madre soltera, discriminada por su condición de mujer, tachada de “bastarda” por crecer lejos del padre, marginada en un México que ha ido pariendo con dolor hijas pródigas que nos enseñan a no claudicar, nació en la época barroca pero no ha muerto jamás. Su legado vive en cada mujer que se atreve a desafiar los estereotipos y a perseguir sus sueños con una determinación inquebrantable.





