Ya nos estamos acostumbrando a que ocurra lo que muchos consideraron “imposible”.

El triunfo de Claudia Sheinbaum en 2024 y su llegada a la presidencia de nuestro país marcó un nuevo capítulo en la relación entre México y Estados Unidos. Un capítulo definido, en gran medida, por las nueve conversaciones telefónicas que la mandataria mexicana ha sostenido con su homólogo estadounidense, Donald Trump. Estas conversaciones, lejos de ser meros actos protocolarios, se han convertido en un canal crucial de comunicación, un puente tendido sobre las aguas turbulentas de las tensiones comerciales, las crisis migratorias y la lucha contra el tráfico de fentanilo.

En un contexto internacional complejo, la línea directa Sheinbaum-Trump ha demostrado ser un instrumento eficaz para la gestión de crisis y la negociación de acuerdos. Las conversaciones, mantenidas en un ambiente de aparente cordialidad, han permitido evitar la escalada de conflictos comerciales, mitigando el impacto potencialmente devastador de nuevos aranceles.

La primera conversación que sostuvieron ambos presidentes fue el 7 de noviembre de 2024, un día después del triunfo de Trump. Ambas partes emitieron declaraciones públicas expresando optimismo sobre la relación bilateral.

Desde ese momento, los ojos del mundo estuvieron atentos al resultado de esa naciente relación política y comercial entre ambos mandatarios.

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Las apuestas eran muchas, casi todas en tono negativo.

Para Sheinbaum, apostaban la mayoría de los opinadores (de café o plumas experimentadas) Trump sería una pesada losa en la espalda, una carga tremenda e incluso, un ogro difícil de domar.

Pero la presidenta de México es una mujer de convicciones, con carácter.

La tensión inicial de esa dialéctica se ha disipado, dando paso a la cordialidad.

Ese mismo mes de noviembre, el día 27, Sheinbaum y Trump volvieron a dialogar, esta vez sobre migración y seguridad.

Si bien las diferencias en cuanto a las políticas migratorias persisten, el diálogo directo ha permitido encontrar soluciones pragmáticas y evitar situaciones de crisis humanitaria en la frontera norte. La cooperación en materia de seguridad, particularmente en la lucha contra el tráfico de fentanilo, también se ha visto favorecida por este canal de comunicación privilegiado.

La coordinación de esfuerzos, facilitados por las conversaciones telefónicas, han resultado en operativos conjuntos y una mayor eficacia en el combate a este flagelo que afecta a ambos países.

El periodo comprendido entre febrero y mayo de 2025 fue un claro reflejo de la complejidad y la volatilidad que ha caracterizado la relación entre ambos mandatarios.

El 3 de febrero de 2025, Sheinbaum anunció la suspensión de aranceles del 25% a productos mexicanos, a cambio del despliegue de 10,000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera. Este acuerdo, comunicado a través de la cuenta de X de la presidenta, generó críticas por parte de algunos sectores que cuestionaron la condicionalidad impuesta por Estados Unidos y el posible impacto en la soberanía nacional.

Sin embargo, la tregua comercial resultó ser breve. Apenas un mes después, el 6 de marzo, Trump amenazó con reactivar los aranceles. La respuesta de Sheinbaum, basada en la presentación de datos sobre la disminución de las incautaciones de fentanilo, logró persuadir al mandatario estadounidense.

A pesar de las tensiones, el diálogo continuó. El 17 de abril, Sheinbaum y Trump sostuvieron una conversación telefónica que ambas partes calificaron como “muy productiva”. En esta ocasión, se abordaron temas sensibles como los aranceles al jitomate, el conflicto por el agua del río Bravo y la presencia militar en la frontera.

El 1 y 22 de mayo hubo nuevas charlas sobre aranceles y se llegó a un acuerdo provisional, una tregua en la guerra arancelaria que amenazaba con desestabilizar la economía de ambos países.

México salió bien librado gracias a las gestiones del gobierno de Sheinbaum, a quien Donald Trump ha calificado como inteligente, incluso maravillosa.

El 17 de junio los presidentes volvieron a hablar. Pese a que ambos habían asistido a la Cumbre del G7, el mandatario estadounidense se tuvo que retirar antes de lo previsto y dialogaron vía telefónica.

La última conversación fue ayer jueves.

Se creía, casi se juraba que ahora sí Trump se saldría con la suya. De nuevo, no sucedió.

Durante la conversación, en la que estuvieron presentes Juan Ramón de la Fuente, secretario de relaciones exteriores; Marcelo Ebrard, secretario de economía, y Roberto Velasco, subsecretario para América del Norte, se llegó a un acuerdo y se dio una tregua de 90 días a nuestro país.

Sin duda esta nueva prórroga en el tema de los aranceles ofrece un respiro temporal, pero la necesidad de un acuerdo comercial a largo plazo sigue siendo un desafío crucial para ambos países.

Estos tres meses serán importantísimos, no cabe duda, pero el gobierno de Sheinbaum va en el camino correcto.