El senador Gerardo Fernández Noroña continúa dando de qué hablar. Si no fuese el presidente de la Mesa Directiva del Senado, sus altanerías, prepotencia, petulancia y arbitrariedades serían piezas anecdóticas de aquel diputado estridente del Partido del Trabajo.

Desafortunadamente para la vida pública mexicana el legislador preside hoy la Cámara Alta, y es por tanto responsable de una serie de acciones directamente relacionadas con la gestión, administración y desahogo de los asuntos del Senado.

Me permito, a través de estas líneas, recomendar al senador Noroña la lectura profunda  y la reflexión personalísima  del artículo 67 de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, mismo que reza a la letra : “El Presidente de la Mesa Directiva es el presidente de la Cámara y su representante jurídico, en él se expresa la unidad de la Cámara. En su desempeño deberá hacer prevalecer el interés general de la Cámara, por encima de los intereses particulares o de grupo…” 

En otras palabras, Noroña, a diferencia de sus bochornosas actuaciones en la Cámara de Diputados, desde sus intercambios verbales con Jorge Triana hasta sus querellas cuasi callejeras con Porfirio Muñoz Ledo, está ahora obligado de representar a la pluralidad de la Cámara, es decir, no solo a Morena y sus comparsas, sino también al desprestigiado PRI y al otro partido dirigido por un tal Ricardo Anaya; amén del fraude orquestado por los suyos para cooptar al apóstata Yunes y asirse de la mayoría calificada. 

Sin embargo, para vergüenza del Senado y de muchos mexicanos, el senador Noroña no hace más que propaganda política, en una clara contravención del citado artículo de la Ley. No obstante, se sabe bien, y ha quedado claro para la opinión pública, que la Constitución y la ley son para Morena lo que es el papel higiénico para el resto de los mexicanos. 

Desde tribuna y desde su oficina en el Senado, no vacila, con ese tufo pestilente de supuesta superioridad moral, en lanzar diatribas y descalificaciones contra colegas senadores, periodistas o cualquier hombre o mujer que le cuestiona sus actos.