Las recientes declaraciones del Mayo Zambada en la corte federal de Nueva York han sentado un nuevo precedente. El capo, quien ha sido considerado como uno de los criminales más sanguinarios de la historia al lado de otros como el Chapo Guzmán, confesó ante el juez estadounidense que había sobornado durante cincuenta años a políticos, funcionarios y militares.

De acuerdo a las declaraciones de la fiscal general Pam Bondi, el Mayo habría operado durante décadas con la connivencia de las autoridades públicas mexicanas.

Es una noticia terrible para México. Por un lado, se ha confirmado una vez más la existencia de un narco Estado, y aun más dramático, prestaría las bases argumentativas para asegurar que todos los gobiernos, desde Carlos Salinas hasta AMLO, han sido cómplices de las fechorías de los líderes de los cárteles.

Sin embargo, la situación luce hoy fuera de control. Según se ha reportado, la violencia en Sinaloa continúa, mientras la Guardia Nacional y demás agencias de seguridad parecen imposibilitadas de detener el ascenso de un crimen organizado que goza hoy de un poderío exacerbado. Sumado a ello, el huachicol, tanto el de combustible como el fiscal, es el resultado de la complicidad de cientos de funcionarios que no ponen obstáculos a su funcionamiento y operación.

Claudia Sheinbaum y sus voceros buscarán por todos los medios lavar el rostro de la autoproclamada 4T y de AMLO. Harán alusión incesantemente al consabido caso de García Luna y cómo el PAN y Felipe Calderón -solo ellos- pueden ser acusados en solitario de cualquier tipo de alianza con el crimen organizado.

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No obstante el caso del ex secretario del panista, el gobierno de Estados Unidos ha señalado en distintos momentos que su contraparte mexicano del presente ha ofrecido espacios seguros para las operaciones de los carteles de la droga.

Como bien reza el refrán mexicano “no hay peor ciego que el que no quiere ver” ilusos serán los mexicanos que se crean el cuento de que la connivencia de las autoridades con los criminales es algo exclusivamente del pasado, y que AMLO y los suyos han andado sin ensuciarse por el pantano de la corrupción.