Charles Bovary, el esposo de Emma, era un imbécil. Desde joven, sí. Lo pensé cuando, hace tantos años, empecé a leer la novela de Gustave Flaubert.

Que era un tonto queda claro desde el principio. En la escuela, Charles no sabía qué hacer con una gorra. Todos sus compañeros se rieron de él. Para evitar que aquello terminara en escándalo, el maestro, con una frase incompleta, puso orden:

“… ‘¡Quinientos versos a toda la clase!’, lanzado con voz furiosa, sirvió para detener, como el quos ego, una nueva borrasca”.

Recuerdo tan bien esa expresión: quos ego. Nunca he sido experto en expresiones en latín ni en literatura ni en nada relacionado con la cultura. Me gusta leer y ya.

Estaba yo en la preparatoria y me costó mucho trabajo averiguar lo que quos ego significaba. En alguna biblioteca perdí varias horas y no llegué a nada. Consulté, entonces, al maestro de español. Él había leído Madame Bovary, pero ni siquiera recordaba tales palabras en latín. De hecho, no era necesario entenderlas para disfrutar la novela. Afortunadamente, herí el orgullo de aquel profesor y se ofreció él mismo a investigar. Lo hizo y me dio una respuesta:

Quos ego es una amenaza —de la Eneida, de Virgilio— lanzada por Neptuno contra los vientos que provocaron una tormenta para hundir barcos troyanos. Pero no era cualquier amenaza, sino, por así decirlo, una amenaza incompleta.

<i>“Ahora, vientos, se atreven a agitar el cielo y la tierra sin mi aprobación. Quos ego…”</i>

√ Quos significa aquellos que o aquellos a quienes…

√ Ego significa yo…

No necesitó Neptuno decir más para calmar a los vientos rebeldes, que entendieron el mensaje: “aquellos a quienes (quo) yo (ego) castigaré si insisten en causar huracanes sin mi permiso”.

Esta mañana leí en internet un artículo de Michael Riffaterre en el que analiza las razones que llevaron a Flaubert a utilizar en su obra la expresión de fuerte advertencia de Neptuno, el dios romano del mar:

“En Quos ego reconocemos (o por lo menos lo reconocían los contemporáneos de Flaubert) una frase de la Eneida de Virgilio”.

“Neptuno surge de las profundidades marinas y pone fin a la es­caramuza con solo estas dos palabras, ni siquiera tiene que completar la orden amenazante”.

“El mero principio de la frase es suficiente para asustar a los vientos”.

“Un ejemplo famoso de dominio férreo, pero sobre todo una cita famosa porque constituye el mejor ejemplo de eficacia retórica y concisión triun­fante, así como una figura llamada reticencia o aposiopesis”.

“El hablante se para en medio de la frase: así comunica una supuesta excitación y abate a sus oyentes al dar la impresión de que lo que iba a decir es demasiado terrible para tradu­cirlo en palabras”.

Después, el señor Riffaterre —al menos así entiendo su texto— cita el Larousse del siglo XIX: “El quos ego de Neptuno es la expresión de la suprema insatisfacción por parte de un supe­rior”.

El quos ego de Andrés Manuel

Algunos vientos turbulentos de la política —Roberto Madrazo, Claudio X. González, Carlos Salinas— han estado irresponsablemente agitando las aguas en las que navegan Andrés Manuel López Obrador y la 4T.

Han usado para ello las ventosidades de María Amparo Casar y su equipo de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que gustosamente ha aceptado difundir un periodista famoso, Carlos Loret de Mola.

Son cuescos los de MCCCI (cuesco: pedo ruidoso) alimentados por el espionaje que se pretende hacer pasar como periodismo objetivo.

No hay tal periodismo, y Andrés Manuel lo sabe: hay perversidad e ilegal vigilancia estrecha, desde hace tantos años, a AMLO y a su familia. De ahí la información convenientemente tergiversada que con tanta frecuencia da a conocer Loret.

El presidente López Obrador, entonces, lanzó un quos ego: los supuestos 35 millones de pesos que gana Carlos Loret.

Lo de menos para Andrés Manuel son los honorarios del periodista. Lo importante es decirle a sus enemigos reales —Roberto Madrazo, Claudio X. González, Carlos Salinas, entre otros— que no conviene a México una confrontación tan dura. No conviene, claro que no, pero de ninguna manera la va a rehuir.

Hasta ahí debería quedar el mensaje de advertencia de Andrés Manuel: por el bien de todos, hay que llevar la fiesta en paz, pero si insisten en meterse en intimidades que afectan a la familia López Obrador —que los enemigos de AMLO han recopilado y manipulado con espionaje—, no deben olvidar que sin recurrir a prácticas misteriosas, esto es, mediante procedimientos o procesos perfectamente apegados a derecho, el presidente y los otros poderes del Estado pueden exhibir y castigar a quien sea.

“No conviene ir tan lejos, es mejor no revivir el pasado de todos y todas las personas que algo representan en la política y en la economía mexicanas”. Es el aviso de AMLO. ¿Lo habrán captado quienes alimentan a Loret?

Creo que el duro mensaje de Andrés Manuel debe ser seguido ya del silencio.

La aposiopesis, que eso es el quos ego de Neptuno, viene del griego ἀποσιώπησις (‘silenciamiento’). Ya debe Andrés Manuel dejar el tema porque, lo sabía el dios del mar, lo no expresado es lo más temido.