Promesas, esperanza, desesperanza y hartazgo, Andrés Manuel López Obrador logró que todo obrara en su favor y en 2018, como candidato de Morena, pudo conectar con todos los grupos sociales, se comprometió, dijo las palabras que querían oír, habló de manera superficial, pero convincente, y mucha ciudadanía le creyó y votando mayoritariamente por él.

Prometió que alcanzaríamos un crecimiento del 6%, luego ajustó y dijo que al 4%, sin embargo, de cumplirse las expectativas del Banco de México, muy optimistas, por cierto, la economía nacional tendrá este sexenio un crecimiento promedio anual de 0.3%, la tasa más baja de las últimas seis administraciones. Con Salinas crecimos al 4%, con Zedillo 3.2%, con Fox, 1.9%, con Calderón 1.7% y con Peña 2.4%.

Ni con todo a su favor

Si bien la economía no ha colapsado brutalmente como sucedió en el sexenio de José López Portillo, esto se debe a circunstancias externas que nada tienen que ver con las políticas de AMLO, principalmente por la Inversión Extranjera Directa (IED), las remesas y la estabilidad del peso.

El incremento de la IED tiene que ver con los conflictos internacionales y los efectos del nearshoring, es decir, aprovechar las ventajas competitivas en el proceso de las cadenas de suministro hacia las economías más importantes que se vieron afectadas por la guerra comercial entre EU y China, la pandemia del Covid-19, la crisis de contenedores y la invasión de Rusia a Ucrania. En este contexto, por su situación geográfica y por el T-MEC, México ofrece ventajas sobre China y cualquier otro país, lo que nos permitió captar poco más de 50 mil millones de dólares.

A pesar de eso, las obsesiones de AMLO están haciendo fracasar esta gran oportunidad. En política energética decidió cancelar las subastas de energías renovables, obstaculizar el desarrollo del sistema de gaseoductos, siendo el gas natural el combustible de la transición y, al violar los términos del T-MEC en materia energética, laboral y alimentaria, nos ha puesto en paneles de controversia internacional, provocando desconfianza para invertir en México, así, las estimaciones señalan que el próximo año la IED alcanzará apenas 37 mil millones de dólares debido a que la incertidumbre genera salida de capitales.

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En la 4T las remesas han tenido un incremento histórico, pero no hay que perder de vista que se trata de dinero que nuestros paisanos generan en el extranjero y lo envían a sus familiares para ayudarlos a paliar la terrible situación que atraviesa el país independientemente que también se utilizan para lavar dinero.

En cuanto al Tipo de Cambio, obedece a las políticas impuestas por la FED y al incremento de las tasas de interés que el Banco de México ha replicado para atenuar la inflación.

Estos son tres factores que AMLO presume y que nada tienen que ver con él ni con las políticas que promueve.

Cero resultados

Si bien insistió en que en su gobierno serían “primero los pobres”, no ha dado resultados y los datos oficiales de Coneval evidencian cómo se ha venido pauperizando la población.

Durante el periodo “neoliberal” que tanto cuestiona AMLO, se venía registrando una tendencia a la baja de la población en situación de pobreza. En 2018 el porcentaje era del 41.9%, sin embargo, en cuatro años de la 4T, de acuerdo con el informe de Coneval, pasamos al 56.7, es decir, 70.9 millones de personas se encuentran actualmente en esa condición.

En servicios de salud las cosas marchan muy mal, en el año 2000 el 58% de los mexicanos carecían de acceso, pero en 2018 ese porcentaje disminuyó al 16.7%, tristemente, con los cambios impuestos por AMLO, en 2022 aumentó al 27%, lo que significa que poco más de 7 millones de personas perdieron el acceso a los servicios de salud.

Seguridad

En seguridad vamos de mal en peor, este ha sido el sexenio con más homicidios dolosos de la historia, más asesinatos de periodistas, más feminicidios y, en general, una mayor impunidad.

La promesa de acabar con la corrupción no se cumplió, por el contrario, se agravó. Un 80.3% de los contratos del gobierno son por la vía de la adjudicación directa. Entre los beneficiados destacan la prima del presidente, Felipa Obrador en Pemex, los contratos negociados por su nuera desde Houston, los otorgados a los hijos de Bartlett y eso sin considerar el “carrusel” en sucursales bancarias de su secretario particular Alejandro Esquer o la entrega de efectivo a Pio y Martín López Obrador.

AMLO ya perdió el bono democrático por el cual ganó la elección presidencial. Un presidente que tenga un poquito de principios democráticos gobernaría para todos, no nada más para su base y para él. Respetaría a las instituciones democráticas, no las desconocería en su afán de controlar las elecciones ni sometería a los Poderes de la Unión a sus designios. Lo ha hecho en el Congreso, a conseguir que a sus iniciativas no se les mueva ni una coma y parcialmente en el Poder Judicial.

Llevamos cuatro años de un gobierno autocrático, corrupto e ineficiente. Incapaz de rectificar. Dicen que no “hay quinto malo”, pero esta vez, parece que las cosas irán a peor desafortunadamente.

Esta Columna descansa hasta el 8 de enero, felices fiestas y buenas vibras.

Twitter: @diaz_manuel