“Quien apuesta a la división pues no tiene convicciones, o quien asumiera una postura de que ‘no salí pero’, entonces utilizando cualquier argucia, cualquier pretexto, diga no hay democracia en Morena, es lo mismo. Yo no puedo soportar eso y se va. Pues yo conociendo a la gente, yo creo que la gente le diría que te vaya bien. Sigue tu camino, porque la gente no está solo por los candidatos, la gente está por el proyecto.”

AMLO

“No me amenaces, no me amenaces

Si ya fue tu destino olvidar mi cariño

Pues agarra tu rumbo y vete

Pero no me amenaces, no me amenaces

Ya juega tu suerte, ahí traes la baraja

Yo tengo los ases.”

JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ

Muchos intuyen, hablan, concluyen, dicen que Ricardo Monreal se va de Morena. Y, bueno, López Obrador a veces hasta parece que se lo pide. Al hacer el ruego —que más bien suena a reclamo y victimización— olvida que él hizo exactamente lo mismo: largarse del PRI y luego también del PRD. ¡Qué corta la memoria y qué largo el cinismo (o el doble rasero que para el caso es lo mismo)!

Y así, en los dimes y diretes de Morena entre los que se van y los que se quedan, López Obrador lanzó una indirecta en la mañanera del 28 de noviembre. Sin referirse al zacatecano (aunque en el fondo no hay realmente ningún otro individuo de su calado con las características aludidas) dijo: “que te vaya bien”.

El saber que desde España Monreal invitaba a la reconciliación mientras él le apuesta a la división (y ese día precisamente invocada desde una marcha), por lo visto derramó el vaso de López Obrador. Le colmó el plato, pues. Ya no “soporta” al presidente de la JUCOPO del Senado y, más que un exabrupto, lo del mandatario federal se trató de una desangelada y ansiada despedida.

Cierto, a ratos parece que todo es una puesta en escena previamente acordada. Que Monreal es “el arma secreta” del primer mandatario; “su mano izquierda”. Que López Obrador le puede soportar a Monreal diversas divergencias como es el jugar (¿las contras?) con Sandra Cuevas, morenista de origen hoy convertida en alcaldesa de la Cuauhtémoc en la Ciudad de México. ¿Pero perdonarle no haber asistido a SU ‘marcha del fracaso’ del día 27? Eso sí serían palabras mayores.

Y dicho y hecho: ante el desaire presidencial, Ricardo Monreal aseguró que no quiere salir de Morena “por la puerta de atrás”. Máxime después de la emponzoñada declaración de Mario Delgado —quien trata de fungir como líder nacional de Morena y a ratos mostrarse amistoso con el zacatecano—, al asegurar que existe repudio dentro del partido y del Movimiento hacia Ricardo Monreal.

Habría que preguntarle de dónde proviene y quién promueve dicho repudio, pues mientras Layda Sansores saca los videos en contra de Monreal, este maneja una muy buena relación con los diversos grupos parlamentarios, incluido el propio.

Monreal nunca ha sido considerado por López Obrador como corcholata de Morena. No es tonto. Sabe bien que sobre él no tendría la injerencia de la que goza, por ejemplo —y primordialmente— en su mini réplica, también conocida como Claudia Sheinbaum. Sin embargo, el otro, en lugar de separarse a la primera, ha hecho notar que él forma parte de Morena desde antes de su fundación (por cierto, llama la atención que el inquilino de Palacio no le ha hecho los mismos desplantes a otro personaje que también quiere ser corcholata: Gerardo Fernández Noroña).

El “ruido” generado por la posible salida de Monreal de Morena, su parcial reconocimiento a la marcha en defensa del INE y su NO participación en la marcha de domingo pasado, no le son suficientes por el momento (me pregunto si lo serán alguna día) para que Movimiento Ciudadano o el Verde le ofrezcan la candidatura del 2024.

Mientras él se debate entre seguir o salir de Morena, en el Salón Tesorería se preparan ya al menos dos canciones para la mañanera con dedicatoria para el zacatecano: “Ojalá que te vaya bonito” y “No me amenaces”, ambas del gran José Alfredo Jiménez.

En una de esas, con aquello del “que te vaya bien”, Monreal le contesta con otras dos también de José Alfredo: “Diciembre me gustó pa que te vayas” (¡ah, caray!, ya se la había dedicado) y “Te solté la rienda” (o se me acabó la fuerza de mi mano izquierda).

Mas, en el fondo da igual porque, mientras el cancionero suena y suena en nuestra política, el hecho es que en Palacio siguen sin hacer nada para que le vaya bien a México.