La desbandada encabezada por la senadora Claudia Ruiz Massieu, Nuvia Mayorga, Miguel Ángel Osorio Chong y Eruviel Ávila era una escisión anunciada desde que el Consejo del PRI favoreció a Alejandro Moreno con la aprobación de estatutos a modo para su reelección hasta 2024. Las rupturas y distancias entre grupos ya eran evidentes: desde marzo, cuando en la Cámara Alta, senadores del partido convocaron a una reunión extraordinaria para la remoción de Osorio Chong como Coordinador parlamentario, entregando la bancada a Manuel Añorve y con ello, beneficiando al grupo cercano a “Alito”.
Desde su llegada, Alejandro Moreno fue incómodo para cúpulas del priismo que se alejaron de las bases y garantizaron sus lugares de pluri en pluri. Alito llegó desde las bases juveniles, se forjó tomando el partido y alcanzó el liderazgo al ser de los pocos que se mantuvo en libertad tras la corrupta “generación del cambió” que heredó Peña Nieto. Gobernó Colima generando expectativas en el priísmo que se cayeron pronto, cuando su actuar dinamitó a cualquier grupo y organización que no fuesen cercanos a él. Sus mecanismos de negociación fueron observados prácticamente de imposición, rompió con todo aquel emanado del Grupo Atlacomulco y arrebató carteras a los que las ocupaban por derecho de apellido, como los Beltrones.
Su llegada estuvo llena de claroscuros y pareciera que como logro adicional, la prórroga de su mandato acabó sepultando la artillería de negociación al interior de la alianza “Va por México”. El PRI se ha convertido en cuarta fuerza en el Senado, su tamaño ahora lo iguala a una franquicia política y las aspiraciones por encabezar la candidatura presidencial se diluyen en una limitada caja de negociación. Lo más que podrá lograr será una senaduría, probablemente, la coordinación de unos 4 senadores hacia 2024. La implosión del PRI podría terminar con aquel partido antes que la desaparición del PRD.
Por décadas, el Revolucionario Institucional estuvo en terapia intensiva con debates internos sobre cambios de nombre y ahora, el cascaron de lo que algún día fue, irá limitando cada vez más el acceso a los espacios en medida en que de salvar el pellejo se trate. La mitad del priísmo ahora construye para Morena, la otra mitad, se ha instalado en la cercanía de Movimiento Ciudadano.
Recordemos que Movimiento Ciudadano nació en pleno salinismo, cuando los “partidos bisagra” eran la alternativa para desarticular a las mayorías inconformes con el PRI dividiendo el voto. Así nació el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano. Claudia Ruiz Massieu, sobrina de Carlos Salinas de Gortari, ha tenido acercamientos enviando el mensaje de que aquel será el mejor lugar para saltar ante el hundimiento de que alguna vez fue gigante.
El pasado priísta-salinista de Dante Delgado
Recordemos también los antiguos vínculos del pasado priista de Dante Delgado a través de Gutiérrez Barrios con Salinas de Gortari, cuando años después de la ruptura que hizo nacer al PRD en 1989, Dante Delgado se mantuvo cercano al grupo “rebelde” y finalmente en 1995, anunció su postura declarándose un socialdemócrata, cercano al marco ideológico fundacional del PRD.
Recordemos que de 1983 hasta 1985, Dante Delgado se desempeñó en una subsecretaría del Gobierno de Veracruz durante el periodo de Agustín Acosta Lagunes (1980-1986). Fue al terminar aquel mandato que, en 1986, Dante Delgado fungió como coordinador de la campana de Fernando Gutiérrez Barrios, quien lograría el triunfo como gobernador en aquella entidad y que años más tarde, en 1988, cuando no había Twitter ni Facebook, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari emitiría el nombramiento para designarlo como titular de la Secretaría de Gobernación, dejando el gobierno interino de Veracruz de 1988 a 1992 en manos de su hombre de confianza: Danto Delgado.



No es menor la escuela en la que se formó el emecista: Gutiérrez Barrios fue un militar retirado que se encargó de hilar las estrategias de inteligencia para acallar movimientos, tuvo un papel clave en las órdenes de la matanza de 1968 en contra de universitarios desde la Sedena, fue creador del grupo paramilitar denominado “Batallón Olimpia”, en el que al menos dos mil elementos tuvieron instrucciones para actuar fuera de la ley, como encubiertos e infiltrados de protestas, principalmente estudiantiles, que finalmente terminaron con la muerte, detención y ejecución de un sin número de jóvenes.
Al menos, una parte considerable del panismo que disiente de Marko Cortés ya milita en esas filas y la reagrupación del PRI-PAN parecerá encontrarse en el Movimiento Naranja que suma a sus movimientos el mensaje de ruptura que anuncia Marcelo Ebrard, su antiguo candidato presidencial, que, anticipando su desventaja, ha advertido abandonar Morena y no estar dispuesto a tolerar “chicanadas.
POR CIERTO. Hace casi dos meses, Ruiz Massieu echó flores al MC asegurando que “la integración del partido político Movimiento Ciudadano a la alianza opositora es necesaria, pero por sí solo no es suficiente, ya que se requiere la suma y el respaldo de la sociedad civil para ser verdaderamente competitivos”. Lo dijo en los foros de discusión de la asociación Confío en México encabezada por Salvador Cosío. Posteriormente, estuvo presente en las reuniones del movimiento naranja y la cereza del pastel anuncia “Congruencia por México” con la “C” de Ciudadano.
“Alito” Moreno le ha apostado a negociar la impunidad, el fuero para su equipo y la entrega territorial de liderazgos tricolores a Morena mediante la desactivación de sus redes de estructuras en beneficio de su partido como se vivió en las últimas elecciones. Prácticamente, López Obrador podrá presumir que además de terminar con la “mafia del poder”, terminó con el PRI. Igual podrá señalar a la cúpula reagrupada en una cara mucho más fresca, llena de contradicciones, en un traje progresista con un alto contenido de conservadores. Con una Guardia Nacional más fortalecida y militarizada que nunca, en manos de las tentaciones neo-extrema derecha. ¿Qué puede salir mal? Nada está escrito.



