“Quien a ser traidor se inclina, tarde volverá en su acuerdo.”
FRAY TIRSO DE MOLINA
Traidores. No hay otra forma de llamarles. Con la discusión de la ahora llamada #LeyImpunidad, los partidos representados en la Cámara de Diputados —a excepción, por el momento, de Movimiento Ciudadano— demuestran que son traidores. Traidores a la ciudadanía; traidores con sus pares.
Se han desenmascarado —y eso que todavía no votan la iniciativa—. No les interesa México; defienden cotos de poder. Por demás está decir les tienen sin cuidado las mujeres, los grupos poblacionales en situación vulnerable. Su decisión de acotar las atribuciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal tiene como fin último salvaguardar su impunidad ante transas, corruptelas y discriminación en la vida de los institutos políticos en los que militan. Esto es, se protegen de la justicia electoral.
Dado su odio visceral al Instituto Nacional Electoral y al TEPJF, no se podía esperar otra cosa de los institutos políticos que aglutina la 4T. ¿Pero de los demás partidos que combatieron el “Plan A” (no permitieron el cambio constitucional de corte electoral) y el “Plan B” (llevado ante la SCJN)? ¡Lo mínimo era defender la autonomía del Tribunal Electoral y no acotar sus funciones!
Traición a la democracia
Restringir facultades al TEPJF es un retroceso democrático. Punto.
Se impediría que emita sentencias relativas a las decisiones alcanzadas por la Cámara de Diputados y por los partidos políticos en materia electoral. Con ello desaparecen los pocos contrapesos que existen al Poder Legislativo. Abonan a que estos últimos devengan en una suerte de dictaduras hacia su interior, debilitando la democracia partidista. A la vez dejan más maniatados al órgano constitucional autónomo, llamado INE, garante de elecciones limpias.
Traición a sus propios compromisos
Los partidos de oposición prometieron ceñirse a una “moratoria constitucional”, esto para evitar hacer cambios a la Constitución y a la ley reglamentaria de corte electoral hasta pasadas las elecciones federales del 2024. La razón era clara, importante y contundente: no hacer cambios al vapor y/o que pudieran coadyuvar a cualquier partido político antes de tan fundamentales comicios.
No están cumpliendo.
Traición a la ciudadanía
Y en ese sentido, tampoco le están cumpliendo a la sociedad mexicana. Los distintos institutos políticos quedaron en escuchar a los ciudadanos; marchas, manifestaciones, concentraciones. De parar la “mafia partidista” y dar voz a los ciudadanos.
Esto que buscan votar va en sentido contrario.
Traición a sus militantes
Aquellos que estén inconformes con los procesos internos sobre la elección de sus dirigentes partidistas ya no tendrán dónde denunciar abusos. Poco o nada podrán hacer los militantes si no están de acuerdo con Alito Moreno, con Marko Cortés, con los Chuchos del PRD o, para el caso, con Mario Delgado o Citlalli Hernández.
Cancha abierta para eternizarse en sus puestos y, de paso, ignorar a diversos miembros de los institutos políticos. Si de por sí…
Traición a sus compañeras de partido
La reforma plantea prohibir al Tribunal Electoral la emisión de sentencias por acciones afirmativas en beneficio de la paridad de género. ¡Qué manera de desaparecer de un plumazo la participación femenina!
Traición a grupos vulnerables
Se impedirá que progresen los juicios de derechos políticos, sean promovidos por mujeres, personas con discapacidad, personas transgénero, migrantes o indígenas. Se limitarán las acciones afirmativas.
Menos mal que algunos de los diputados que gracias estas acciones entraron a formar parte de la cámara baja han levantado la voz…
Traición a los jóvenes
Aunque los legisladores celebren la iniciativa para disminuir la edad requerida para ser diputado federal (a 18 años) y secretario de Estado (a 25 años), lo cierto es que estas son dádivas envenenadas: pocos serán los que tengan los conocimientos idealmente requeridos para cuando ocupen una curul o un puesto de responsabilidad.
No solo eso, veremos “juniors” que ingresarán por la vía plurinominal, hijos o parientes de políticos apadrinados por alguien; “representantes populares” cuya supervivencia política, además de su nombre, dependerá de obedecer y acatar a sus líderes políticos…
Por cierto, ¿quién tendrá 18 años al día de la elección en el 2024? Spoiler: no, no es Jesús Ernesto.
Por supuesto que en sí misma no es una traición unirse a Morena o a los partidos satélites que componen a la Cuarta Transformación. Lo amerita cuando se trata de propuestas que impulsan al país. Mas en este caso hablamos de hacerle el juego a Andrés Manuel López Obrador en su lucha por destruir al TEPJF y, con ello, a uno de los pilares de nuestra democracia (¿se imaginan ustedes la cantidad de litigios que se avecinan y con ello la incertidumbre de cara al proceso 2024?).
México requiere mantener instituciones autónomas, fortalecidas en su capacidad de actuación, no lo contrario.
Y en ese sentido, dado que son partidos traidores, apelo a su “necesidad del voto” para no apoyar la reforma electoral que restringe las atribuciones del TEPJF. Y advierto: lo que ganaron acompañando a la ciudadanía en la defensa del INE se perderá con su voto a favor de este engendro.
En todo caso, más allá de que si se realiza la votación o no, los partidos políticos del país ya han demostrado ser traidores. Tan pronto se dé la votación, conoceremos cuáles diputados en lo individual también lo son.