Hace unas horas, en el chat grupal de vecinos y vecinas, un vecino hizo un comentario refiriéndose a la persona que los apoya en su hogar con la limpieza como “mi muchacha”, y cada que alguien lo hace, con respeto le explico su error.

Lamentablemente todavía es común escuchar frases como “mi muchacha” para referirse a las mujeres que realizan labores domésticas. Pero esa expresión, aparentemente cotidiana, encierra siglos de desigualdad, clasismo y machismo. No son “muchachas”, y mucho menos “de alguien”. Son trabajadoras del hogar, mujeres que merecen respeto, derechos y reconocimiento.

El trabajo doméstico ha sido históricamente desvalorizado y feminizado. Se da por hecho, se invisibiliza, se subestima. Sin embargo, sin ese trabajo —sin ellas— la vida cotidiana simplemente no funcionaría. Cocinan, limpian, cuidan, sostienen hogares ajenos y muchas veces dejan el propio desatendido. Y aún así, siguen siendo las más discriminadas, las peores pagadas y las menos reconocidas, sufren diversos tipos de violencia de género.

A pesar de los avances legales, no siempre se respetan sus derechos laborales ni humanos. Todavía hay quien no paga aguinaldo, no da vacaciones ni seguridad social. Y cuando eso sucede, no es falta de recursos, es falta de conciencia.

Cambiar empieza por el lenguaje, sí, pero también por las acciones. Decir “mi muchacha” no es un detalle menor; es reafirmar una jerarquía que ya no tiene cabida. Nombrarlas con dignidad, pagar lo justo, cumplir con la ley y, sobre todo, tratarlas con respeto, es una forma de justicia, un acto de dignidad.

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El feminismo no se trata solo de ocupar espacios de poder para beneficio únicamente personal, sino de mirar hacia quienes históricamente han sostenido el mundo desde el silencio y la desigualdad, visibilizarlas y alzar la voz por ellas.

Se trata de reconocer lo que siempre ha sido suyo: su dignidad y su derecho a ser tratadas como iguales.

Mi reconocimiento y agradecimiento a cada trabajadora del hogar, por ustedes nuestra vida es más fácil y con su extraordinario trabajo sus familias salen adelante. ¡Siéntanse muy orgullosas de su labor!