Resultaría una abyecta irresponsabilidad sugerir que no hay responsables en la reciente tragedia sucedida en Oaxaca. Como ha sido informado por la presidenta Claudia Sheinbaum y por los medios de comunicación, el lamentable accidente del Tren Interoceánico ha provocado, hasta el momento, 13 fallecidos y más de noventa heridos.
Tras el accidente han resurgido en algunos medios de comunicación las supuestas conversaciones telefónicas entre personajes ligados al obradorismo (colegas de los hijos de AMLO), y los responsables de los suministros de los elementos necesarios para la construcción del tren. Si bien es verdad que la oposición, como lo habrían hecho igualmente los que hoy ostentan el poder si las condiciones hubieran sido a la inversa, ha pretendido obtener ganancias políticas, resulta indiscutible el hecho de que la presente y pasada administración deben rendir cuentas.
Sin embargo, no habrá responsables. Será algo similar a lo que sucedió en la Ciudad de México tras el accidente de la línea 12. Se recordará que Ernestina Godoy, a la sazón fiscal de la capital, no presentó jamás expedientes de investigación por negligencia criminal contra la directora del Metro ni contra cualquier otro miembro del gobierno de la entonces jefa de Gobierno.
El incidente del Metro fue paulatinamente olvidado hasta archivarse, y no provocó el menor daño político aparente a la campaña presidencial de Sheinbaum. Lamentablemente, lo mismo sucederá con el accidente en Oaxaca. El hecho será noticia durante un par de semanas. Sin embargo, se antoja improbable que existan señalamientos de negligencia, y mucho menos de corrupción o expedientes penales. No habrá –me aventuro a sugerir- ni destituciones. Quisiera estar equivocado y que el gobierno hiciera lo que le corresponde.
Si bien las investigaciones en torno al accidente del tren deben seguir su curso con el propósito de dictaminar las probables responsabilidades de quienes diseñaron, construyeron, entregaron contratos, dirigieron y supervisaron los trabajos de construcción del Interoceánico, la negligencia criminal debe pagarse caro. Funcionarios deben dejar sus cargos. Debe resarcirse el daño con el objetivo de que nunca más un pavoroso incidente deje detrás las pérdidas de vidas de seres humanos.
Ha sido sin duda una terrible noticia para terminar el año 2025. No estará lejos de ser considerado el annus horribilis. Estos últimos 365 días no solamente han sido testigos de un retroceso democrático sin precedente, de una desaceleración económica y de una corrupción rampante, sino que cierra con una tragedia que ha cobrado vidas y que ha enviado una nueva onda de choque a todos los mexicanos.
