LA POLÍTICA ES DE BRONCE

El asesinato —yo digo ejecución— del exoficial de la Policía Federal Iván Morales Corrales es una muestra dolorosa y terrible de que el Estado mexicano no cuida adecuadamente a los elementos de seguridad que se han enfrentado con determinación al crimen organizado.

Los hechos y el mensaje son terribles. El 1º de mayo, Iván Morales y su esposa fueron asesinados por un comando en el fraccionamiento Las Brisas, en el municipio de Temixco, Morelos.

La ejecución ocurrió exactamente 10 años después de que este expolicía participara en un operativo para detener al líder principal del Cártel Jalisco Nueva Generación. En ese terrible día, el helicóptero en el que viajaban Morales y otros 17 elementos de la Policía Federal y del Ejército fue derribado por los delincuentes. Nueve elementos murieron; Iván Morales sobrevivió, pero sufrió quemaduras en el 70% de su cuerpo. El líder del cártel escapó y sigue haciendo de las suyas.

Iván Morales también fue testigo en contra de “El Menchito” en el proceso que se sigue en Estados Unidos.

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Morales fue objeto de reconocimientos oficiales, pero parece que esos reconocimientos se evaporaron con los años. Al momento de su ejecución, carecía de cualquier vigilancia o protección por parte del Estado.

El mensaje que deja este asesinato es terrible: la delincuencia no perdona. Puede pasar un año, dos años, tres años, quizá una década —como ocurre en este caso— pero la venganza llega. En nuestro país existen buenos policías, mujeres y hombres que se juegan la vida para combatir a los delincuentes. Mi pregunta después de este terrible acontecimiento es: ¿qué policía o integrante del Ejército se arriesgará a actuar con determinación en contra de los cárteles del narcotráfico si queda a merced de las venganzas de los delincuentes? ¿Qué garantías les damos a los guardianes de nuestra seguridad? ¿Los ciudadanos y los policías estamos solos?

Esta semana, el Senado de la República aprobó la Estrategia Nacional de Seguridad para este sexenio. Me parece muy bien: hay notables avances y cambios significativos en el papel. Todos deseamos resultados, pero siguen siendo buenas intenciones. Una de las pruebas de fuego para esta estrategia —y para los responsables de aplicarla— será que haya justicia para Iván Morales y su esposa.

El gobierno estadounidense ofreció apoyo militar para combatir a la delincuencia organizada, bien hizo la presidenta en rechazarlo y defender nuestra soberanía, pero las autoridades mexicanas deben dar resultados y desmantelar las redes criminales que no sólo trafican, sino que matan a nuestros policías y soldados.

Comparto el coraje y la indignación de muchos ciudadanos al ver a supuestos servidores públicos —de este y de anteriores gobiernos— en camionetas blindadas, con escoltas y guaruras cuyo único fin es impedir que los ciudadanos y los periodistas se les acerquen. Ahí van, cargando su frivolidad y sus privilegios en camionetas del año. En cambio, policías y soldados que estuvieron en el campo de batalla frente a los delincuentes son condenados al abandono oficial, la muerte y el olvido.

Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.