Desde mediados del Siglo XX, la ciencia política tomó prestado del teatro algunos conceptos. En columnas y redes sociales, con frecuencia, leemos términos como: “escenarios” o “actores” políticos.

En las obras dramáticas hay un inicio, un clímax y un final. En ocasiones, el clímax coincide con el final, en otras no. Esta analogía puede aplicarse con cierta facilidad a la vida social. De tal modo que, en procesos sociales, en conflictos políticos o en las luchas por el poder, pueden identificarse “clímax” que llamaremos “estelares”, por aquello de que el presidente López Obrador dice que estamos viviendo momentos de este tipo en la historia de México.

El asesinato de Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, fue el clímax que definió el futuro del país. Esa tarde, en Lomas Taurinas, sabíamos que algo muy grave había pasado; solo ahora, tres décadas después podemos afirmar que esa tarde el PRI perdió la presidencia de la República, rompiendo la continuidad que inició con el asesinato de Álvaro Obregón. Seis años después, el triunfo de Vicente Fox fue una consecuencia directa de la acción asesina de Mario Aburto.

Hay circunstancias que no son trascendentales para el Estado, pero sí importantes para el resultado final de un proceso. Recordemos que, en las elecciones de 1988, cuatro hechos definieron el crecimiento electoral de Cuauhtémoc Cárdenas: su gira por la Comarca Lagunera, el mitin en Ciudad Universitaria, la declinación de Heberto Castillo y el cierre de campaña en el Zócalo de la CDMX.

Cómo olvidar en el proceso electoral del año 2000; el debate presidencial, en el cual Francisco Labastida Ochoa, candidato del PRI, le reclamó a Vicente Fox que le llamara “La Vestida” y el revire de Fox que dijo que a él se le podía quitar lo mal hablado, pero al PRI nunca se le podría quitar lo ratero.

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En 2006,  Andrés Manuel López Obrador no asistió al primer debate, dejándole la puerta abierta a Felipe Calderón y como olvidar cuando en la noche de la elección el IFE no pudo dar un resultado. Podríamos tejer un rosario de recuerdos y anécdotas de momentos importantes de la tragicomedia mexicana, como escribió José Agustín.

¿En el actual proceso electoral, pueden identificarse algunos momentos estelares, más allá del día de la jornada?

Esta elección será recordada en los anales de la historia como el proceso en el cual una mujer será electa presidenta de la república por primera vez. Lo cual, en sí mismo es un dato importante. Ha sido un proceso muy largo, tres años para ser exactos, donde las decisiones y eventos se dilatan en el tiempo.

Hasta el momento, en la campaña de Claudia Sheinbaum pueden considerarse como momentos medianamente estelares o estelares su triunfo en las encuestas internas de Morena, la entrega del bastón de mando por parte de Andrés Manuel López Obrador y su inicio de campaña en el Zócalo de la CDMX. Su desempeño en los debates ha sido constante, pero nada excepcional; mientras que su modelo de recorridos y mítines es prácticamente el mismo en cada plaza que se presenta.

En la campaña de Xóchitl Gálvez hay pocos momentos estelares y una larga lista de errores. Un momento que definió su candidatura fue su visita a palacio nacional y que se le impidiera la entrada; así como, ganar las encuestas para ser candidata de la oposición. Los errores usted los conoce ampliamente.

La diferencia en las tendencias electorales y el perfil de las candidatas han provocado que el actual proceso sea plano de principio a fin, sin sobresaltos, ni sorpresas hasta el momento. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.