La militarización y el autoritarismo son características de los gobiernos de la 4T. Ejemplo de ello, es la transformación que ha experimentado la conmemoración del aniversario de la Revolución mexicana.

Durante gran parte del siglo XX el 20 de noviembre se celebraba un desfile deportivo donde participaban atletas, escuelas y asociaciones deportivas y de charros; la gente acudía para ver tablas gimnásticas, pirámides, acrobacias y demostraciones de educación física y ese mismo día se entregaba el Premio Nacional al Deporte.

No era un acto militar, su objetivo era fomentar el deporte, la salud y la educación cívica en honor a la Revolución.

Sin embargo, desde el año 2000 empezaron a irrumpir grupos violentos vinculados al obradorismo que realizabann actos de provocación y agresiones, lo que generó cambios paulatinos.

La infraestructura y recursos destinados a los desfiles deportivos se redujeron. Finalmente, decididos a no caer en provocaciones, en 2014, el gobierno federal suspendió oficialmente el desfile deportivo y en su lugar se instauraron ceremonias breves o actos conmemorativos sin participación de masas.

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Símbolo de fuerza

A partir de 2019, ya en la presidencia de Andrés Manuel López Obrador el desfile regresó, pero transformado en un Desfile Cívico-Militar, como el de cualquier dictadura.

El desfile se convirtió en el símbolo de dónde radica la fuerza que no permitirá ninguna manifestación que contravenga al gobierno: una demostración de fuerza del que detenta el poder.

Lo que vemos está muy lejos del propósito por el que fue concebido, para celebrar la Revolución que permitió el orden, la estabilidad y la democracia, donde niños y jóvenes participaban y se ponderaban los logros deportivos.

Símbolo del descontento

No obstante, otro símbolo quedó plasmado el día de ayer: el descontento social de toda una generación.

El desfile militar estuvo precedido de una manifestación espontanea de jóvenes de la Generación Z, los mismos que, en otras condiciones de normalidad y seguridad, seguramente habrían sido parte del desfile cívico deportivo. Pero, ahora su realidad es quedar marginados, ser confrontados y vivir carentes de oportunidades.

A la marcha se unieron otros contingentes para manifestar su descontento por lo que consideran una serie de arbitrariedades de este régimen.

La parada militar

Lo pronosticó el mayor propagandista de la 4T, Epigmenio Ibarra. Este personaje ideólogo y promotor de la narrativa, escribe en Milenio y en cada uno de sus artículos siempre incluye una referencia al fascismo del cual se nutre.

Previo a la marcha del 15 de noviembre tituló su artículo “No pasarán” y después de la marcha, tituló otro “Ante el asalto fallido a Palacio Nacional”. En ambos insistió en que la marcha del sábado fue promovida por los extranjeros, la ultraderecha y casi casi los extraterrestres. Con claras referencias al fascismo, terminó con la amenaza de la fuerza citando a Gramsci: “Agítense, porque tendremos necesidad de todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda nuestra fuerza”.

Y eso pasó ayer, el desfile fue una demostración de fuerza, los protagonistas ya no fueron los alumnos de primarias, fueron las Fuerzas Armadas, cuyos contingentes desfilaron con vehículos tácticos, unidades caninas, escuadrones montados y agrupamientos de fuerzas especiales; incluso la Fuerza Aérea sobrevoló la CDMX de manera rasante o intimidatoria.

El Ejército Mexicano, la Marina Armada y la Guardia Nacional realizaron exhibiciones coordinadas que no se vieron en el desfile, este sí militar, del 16 de septiembre.

Mientras, la presidenta Sheinbaum no disimula que el guion de su discurso es construido por el equipo de Epigmenio Ibarra, Jesús Ramírez y Verónica Velazco.

La presidenta solamente parafraseó a Epigmenio: “No tienen resonancia los discursos que normalizan la violencia como camino, que glorifican la imposición y que pretenden restaurar un país de privilegios. El que convoca a la violencia, se equivoca; el que alienta al odio, se equivoca; el que cree que la fuerza sustituye a la justicia, se equivoca; el que convoca a una intervención extranjera, se equivoca; el que piensa que aliándose con el exterior tendrá fuerza, se equivoca; el que cree que las mujeres somos débiles, se equivoca; el que cree la transformación duerme, se equivoca; el que piensa que las calumnias y mentiras hacen mella en los jóvenes, se equivoca; el que piensa que el pueblo es tonto, se equivoca”.

La polarización

Descalificar a los jóvenes o a cualquier ciudadano y considerarlos “tontos” por disentir con el gobierno y la 4T y “manipulados” a quienes protestan, es faltar al respeto de los mexicanos que se oponen, de los agraviados, de los que no están de acuerdo por propia convicción.

Por favor, ya basta de que nos descalifiquen y nos traten de tontos y, peor de que amedrenten a cualquiera que exprese ideas distintas o su inconformidad.

Las bandas criminales y líderes del narcotráfico responsables de la violencia en que vive el país se mueven con toda libertad, no los acusan, no los tocan ni mucho menos se les enjuicia.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde los dejarán llegar?

X: @diaz_manuel