¡Bienvenidos amantes de la gastronomía! La semana pasada me “infiltré” en un evento que se llevó a cabo en el diario Reforma, llamado “Zona Vino” y tenemos mucho de qué hablar.

El evento en sí, se desarrolla en dos días, y en ellos puedes reservar “catas” y “experiencias” que se pagan aparte y son de costos variables, pero el boleto de entrada te permite tener acercamientos con bodegas y gente que trabaja alrededor del mundo vitivinícola, así como de productos gourmets, tanto nacionales como extranjeros.

Por supuesto que fue una enorme oportunidad para ver cómo se acerca la gente al mundo del vino. Tengo que decirlo, en la propaganda, el evento prometía y mucho, sin embargo, la realidad fue otra muy distinta.

El primer tache que se llevan es por la sobreventa; así es, sobrevendieron boletos, por lo tanto el supuesto acceso gratuito al estacionamiento incluido con la adquisición del boleto fue una falacia, pues si no llegabas antes de las 10:00 de la mañana, para el mediodía ya no había lugar en el estacionamiento, y el personal encargado, sobrepasado por la carga de trabajo, no fue precisamente educado.

Las instalaciones del periódico Reforma están rodeadas por plazas comerciales, así que tuve que hacer uso de su estacionamiento. Después de este primer tropiezo, ingresas rápidamente si traes el código QR a la mano, y se apresuran en entregarte tres amenidades: una bolsa de propileno no tejido, una copa de cristal y tu botella de 300 ml. de agua, para limpiar la misma.

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Suele pasar que en estos eventos se usan copas resistentes y económicas, lo que da como resultado modelos toscos y de dudosa calidad, que impiden apreciar los colores, aromas y sabores reales de los vinos.

Acercarse a los stands de los expositores por momentos se convierte en una especie de lucha, porque el lugar estaba abarrotado. Lo bueno: hubo venta de tapas, platitos con jamón serrano, quesos maduros, y algunas pruebas gratuitas de quesos para comer algo mientras degustabas tu vino; lo malo: no había dónde sentarse.

Así que la gente literalmente se sentaba en los escalones del patio interior, lo cual fue la mar de incómodo. Ya ni les platico de las filas que hubo en los baños, y todo porque había más gente de la que se podía manejar de forma adecuada en un evento como este, cuya finalidad es acercar a los amantes del vino a conocer nuevas etiquetas, nuevas cepas, caldos de otras latitudes; por ejemplo, uno de los patrocinadores del evento se dedica a compartir lo mejor de Moldavia con México, y que son populares por tener un vino “naranja”.

Lo que sí les puedo comentar es que lo que más hubo fueron intermediarios, pocas fueron las bodegas que participaron de forma directa en este encuentro para los amantes del vino, como el caso de La Redonda, Vinos San Juanito o Bodegas L.A. Cetto, en el caso de México.

Como dije, las “catas” y “experiencias” se cobraron aparte, y desde que las publicaron “on line” avisaron que el cupo era “limitado”. Reservé para una experiencia para degustar una sidra y quesos de oveja, y quiero compartir con ustedes, amables lectores, el resultado.

Todo pintaba bien. Los asistentes esperamos a que terminara la experiencia previa, pero una vez sentados en el lugar comenzaron los problemas: metieron sillas de más, y nos dimos cuenta porque había lugares que no contaban con su “servicio” (copa, botella de agua, plato, servilleta y tenedor). Lo malo fue que el plato pensado para “maridar” con la sidra fue armado en el momento, esto es, no pudieron prepararlo de forma previa.

Y lo peor, se supone que la experiencia iba a constar de degustar cuatro quesos distintos, y en mí mesa, por sobrevender la experiencia, solamente pudimos degustar tres quesos, el cuarto nos lo tuvimos que imaginar, “un queso parecido al gruyere”, nos dijeron.

Además de esa enorme pifia por parte de los organizadores, la cantidad de sidra para maridar cada queso, fue limitada, por lo que la mayoría de los catadores de mi mesa se quedaron sin sidra a mitad de los quesos.

De verdad, no es el costo lo que me enfada, sino que le vean a uno la cara y le “vendan” una experiencia incompleta. Eso sí, tengo que decir que los quesos de la “Finca Las Luciérnagas” (Querétaro), ¡son espectaculares!

Son quesos artesanales de oveja, que sin duda alguna buscaré para poderlos comer en casa, de lo bueno que están. Por otra parte, la “experiencia” fue guiada por la gente de los quesos; todo la información relacionada con la sidra se concretó a la lectura de un discurso previo, y por él nos enteramos que se trató de una sidra holandesa de nombre Pierre Douzou, elaborada con el método “champenoise”.

Lo que pudo haber sido una experiencia sensorial inigualable, se convirtió en algo agridulce, al grado de terminar muy molesta por lo vivido, porque la sidra estaba muy buena y “casaba” muy bonito con los quesos; pero no probar todos los quesos y que a la mitad te quedases sin vino, terminó por darle al traste a mi experiencia de Zona Vino.

Evento llamado “Zona Vino”.

¡¡Bon appétit!!

Cat Soumeillera en X: @CSoumeillera