La nueva Suprema Corte no es digna de representar el máximo tribunal jurisdiccional del pais. Conviene recordar que todos y cada uno de los nueve ministros que la integran alcanzaron esos cargos mediante la contravención de la propia letra constitucional.

¿No aparecieron acaso los nueve nombres en los acordeones de la vergüenza? La elección judicial no fue, –el lector recordará–, más que una vulgar operación de Estado dirigida a llenar las altas cortes del país de hombres y mujeres ligados al régimen, con el propósito de que nunca más en el Poder Judicial se obstruyan los proyectos planteados por el obradorismo.

Se habría esperado que cambiaran y que se portaran a la altura. No ha ocurrido sino lo opuesto. La ministra Estela Ríos, exconsejera jurídica de AMLO, ha dado muestras ostensibles de su inexperiencia al frente de un juzgado y de su falta de talante como ministra. En un acto asaz bochornoso expresó que votaría a favor de un proyecto, pues era “lindo”. Una vergüenza.

Lenia Batres, por su parte, no luce en sus expresiones como miembro de una Corte sino como una activista en favor de los intereses oficiales y propios.

Hugo Aguilar parece no tener ni peregrina idea de lo que significa ser ministro de la Corte, y menos aun su presidente. Un día tuitea para expresar su reconocimiento al gobierno de la Ciudad de México, y otro se reúne con maestros jubilados.

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Uno se pregunta: ¿qué tiene que hacer el presidente de la Suprema Corte reuniéndose con individuos u organizaciones? ¿Se habrá enterado que su función es la interpretación de la Constitución y no fungir como buzón de quejas, activista, defensor, intermediario o psicólogo de los quejosos?

Bajo el nombre de “la casa de justicia del pueblo”, como ha sido bautizado el tribunal por el ministro presidente, los ministros pretenden presentarse como parte de un régimen cuya popularidad es alta pero donde la brújula moral se ha perdido.

La Suprema Corte en funciones es un signo de los nuevos tiempos: un México en franco retroceso, manipulado, en vías de regresión autoritaria y en camino de un futuro que anticipa mas sombras que luces.