La reforma a la Ley Aduanera no es un simple ajuste técnico; debería representar un cambio estratégico con implicaciones económicas, fiscales y diplomáticas.

En el contexto de la integración comercial con Estados Unidos y Canadá, y con el T-MEC como marco regulatorio clave, resulta indispensable modernizar el sistema aduanero. La pregunta es: ¿modernización para facilitar el comercio o endurecimiento para fiscalizar más?

Modernización y recaudación fiscal

Un sistema más vigilado y con procesos digitalizados podría traducirse en mayor eficiencia en el cobro de aranceles e impuestos y en menos espacios para la corrupción. Eso significaría ingresos adicionales sin necesidad de crear nuevos impuestos, algo relevante en un país urgido de financiamiento sostenible para infraestructura, seguridad y programas sociales.

No obstante, hasta hoy lo que se conoce del borrador apunta más a un esquema de fiscalización excesiva y mayor carga sobre los contribuyentes, que a un verdadero esfuerzo por hacer más eficientes las funciones de la autoridad.

Incentivos a la inversión: lo que se promete, lo que falta ver

Se habla de simplificación de trámites, homologación con estándares internacionales y mayor seguridad jurídica. Sin embargo, estos beneficios no están claros en el papel de trabajo actual y habrá que esperar al texto final que se presentará junto con el paquete económico.

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De confirmarse, estas medidas podrían favorecer a empresas de Estados Unidos y Canadá interesadas en relocalizar operaciones en México bajo la lógica del nearshoring. Pero, de no existir tales mecanismos de simplificación, la reforma corre el riesgo de ser vista únicamente como una herramienta recaudatoria y no como un marco confiable y eficiente.

Impacto en la negociación del T-MEC

El acuerdo comercial será objeto de revisión en 2026. Una aduana más moderna, transparente y alineada con estándares de Estados Unidos y Canadá reforzaría la posición negociadora de México.

Sin embargo, si la reforma se concentra en cargar de responsabilidades a los contribuyentes sin garantizar eficiencia institucional, el mensaje puede volverse ambiguo: ¿real compromiso con la competitividad y la seguridad regional o simple endurecimiento fiscal?

Competitividad regional: el reto de la implementación

México no puede rezagarse frente a Asia y Europa. Para consolidarse como eslabón confiable en la cadena de suministro de América del Norte, requiere aduanas expeditas, seguras y transparentes.

El gran desafío estará en la implementación:

  • Digitalización: requiere inversión en infraestructura tecnológica y capacitación.
  • Combate a la corrupción: implica voluntad política y mecanismos autónomos de supervisión.
  • Agilización de trámites: exige coordinación entre agencias federales, estatales y sector privado.
  • La figura del agente aduanal como socio estratégico de las autoridades y facilitador, no como recaudador y policía. 

Sin estos elementos, la reforma podría quedarse en promesas y reforzar la percepción de que se privilegia la recaudación por encima de la facilitación del comercio.

Un cierre crítico

En este contexto, José Ignacio Zaragoza Ambrosi, presidente de la CAAAREM, ha expresado públicamente su apoyo. Pero, cabe preguntarse: ¿se trata de un respaldo a la modernización del sistema o a un endurecimiento que afectará directamente al sector privado?

Una reforma de gran calado debería empezar por tirar a la basura la Ley Aduanera actual y diseñar una nueva que facilite de verdad el comercio exterior. La recaudación aduanal debería ser un estabilizador del mercado nacional, no el pilar del erario.

X: @diaz_manuel