Sin castigo no se fue.

Me refiero a Ximena Pichel, la mujer que insultó, humilló y discriminó a un policía de la Ciudad de México el pasado 5 de julio.

El altercado entre Ximena y el agente de tránsito se debió a que éste le pidió el pago por el uso del parquímetro y ella, según las grabaciones, se mostró inicialmente reticente a pagar, argumentando alguna inconsistencia o irregularidad en la solicitud. Sin embargo, la discusión escaló rápidamente cuando la mujer, en lugar de abordar el tema de manera pacífica, recurrió a expresiones cargadas de connotaciones clasistas y discriminatorias hacia el policía.

El video muestra a Pichel utilizando un lenguaje despectivo y ofensivo, descalificando al agente por su apariencia, su trabajo y su origen social. Sus comentarios, según la denuncia, fueron dirigidos a menospreciarlo y a denigrar su condición socioeconómica. La confrontación se intensificó, con Ximena mostrando una actitud desafiante y arrogante, negándose a cooperar y exacerbando el conflicto con sus palabras.

El altercado no se limitó a un simple desacuerdo sobre el pago del parquímetro; se convirtió en un enfrentamiento verbal en el que el lenguaje discriminatorio de Pichel fue el elemento central. Este comportamiento fue determinante para la presentación de la denuncia y para la posterior acusación por el delito de discriminación.

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Aunque el caso se viralizó y todos en México hablamos sobre el tema, me extendí en recordarlo porque, aunque no es el primero ni el único caso de discriminación, este alcanzó niveles de escándalo por los gritos, actitudes y ofensas de Pichel, que le ocasionó que de plano la manden con el psicólogo y tenga otras sanciones.

Tras una audiencia de tres horas en el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJ), la extranjera obtuvo la suspensión condicional del proceso penal que se le seguía por el delito de discriminación. Sin embargo, la resolución judicial le impone una serie de medidas cautelares que deberá cumplir durante los próximos seis meses.

- La agresora deberá emitir una disculpa pública al oficial de tránsito al que dirigió sus comentarios discriminatorios.

- Deberá presentarse mensualmente ante la autoridad judicial para firmar y comprobar su cumplimiento de las medidas impuestas. Esto permitirá al tribunal monitorear su comportamiento y asegurar que se adhiere a las condiciones de la suspensión condicional.

- Pichel deberá residir en un lugar específico, lo cual limita su movilidad y facilita su localización por parte de las autoridades.

- Se le prohíbe abandonar el territorio nacional durante los seis meses que dure la suspensión condicional, garantizando su presencia para cumplir con las medidas impuestas.

- Abstenerse de frecuentar la zona: Pichel tiene prohibido acercarse a la colonia Condesa, lugar donde ocurrieron los hechos que dieron origen a la acusación. Esta medida busca evitar cualquier tipo de confrontación o repetición de la conducta.

- Servicio social: como parte de su sanción, Pichel deberá realizar servicio social a favor del Estado. Este requisito busca promover la reparación del daño y la reinserción social de la imputada. No sabemos qué tipo de servicio social tendrá que hacer, ya nos enteraremos.

- También pagará una multa de 97 mil pesos.

Con todo, a esta señora le salió barato su reprobable actitud, pues el castigo debió ser más severo.

Las sanciones que se le impusieron representan una oportunidad para que Ximena Pichel repare el daño causado y demuestre su compromiso con la no repetición de actos discriminatorios. Pero reparar el daño no es suficiente. Lo mal hecho, hecho está, diría mi padre.

Ximena hizo algo socialmente condenable y del escarnio social nadie la libra. Así, como en la Grecia antigua, la mujer argentina vivirá “en muerte civil”, señalada por su conducta.

La gente no olvida y bien se dice: violencia trae más violencia.

¿Se irá del país transcurridos los seis meses de su condena? Es probable.

De cualquier forma, el caso ha generado un amplio debate en redes sociales sobre la pertinencia de este tipo de sanciones y la necesidad de combatir la discriminación.

Todos estaremos atentos al desenlace de esta historia que, sin duda, servirá de escarmiento para que todos andemos con pie de plomo y aprendamos a convivir sin discriminar.