Dice el dicho que cuando el río suena, es porque piedras lleva, y la verdad es que en días recientes nos ha tocado asistir a todos al obsceno espectáculo de la divulgación de los excesos de algunos personajes (no todos) que integran la nomenclatura de la llamada Cuarta Transformación.
Esto ocurre mientras la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo celebra en todo lo alto los resultados y logros de la transformación, por ejemplo en combate a la pobreza, y donde de acuerdo con lo que dicen las encuestas, ella consolida su posición indiscutible como la jefa del proyecto de nación, que le heredó Andrés Manuel López Obrador.
Cosas muy duras, señalamientos y revelaciones han debido aguantar personajes como Andrés Manuel López Beltrán, Beatriz Gutiérrez Müller, Ricardo Monreal, Adán Augusto López Hernández, Mario Delgado y muchos otros a quienes les han exhibido sus gustos refinados, sus ansias de recorrer y ver el mundo, sus gastos excesivos y aún la intencionalidad de contradecir absolutamente todo lo que pregonaron, o al menos aceptaron como palabras de su líder.
Pienso al respecto que todo este ruido es normal, los miembros de ese círculo de la 4T, están al escrutinio del público, simplemente porque ninguno de ellos tienen derecho a fallar, y sus yerros podrían conducirlos a ser expulsados de ese Olimpo imaginario que se ha construido.
“No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, es una de las frases que pesan sobre ellos, y en efecto, mientras unos disfrutan de lujos que el común del mexicano no puede darse, asistimos al momento triunfal en el que la transformación da su resultado más espectacular, sacar a 13 millones 400 mil mexicanos de la pobreza multidimensional y a 17 millones de nacionales de la pobreza económica, es algo monumental, una hazaña económica, que difícilmente podrían presumir los que encabezaron el anterior régimen.
El detalle es que la búsqueda no ha terminado, quienes integran y han impulsado esa transformación están hoy obligados a persistir en el empeño, a no cejar y a no caer en los errores de quienes se asumen como los triunfadores absolutos y por lo tanto son intocables.
Está claro que la oposición, en particular la que está y subyace en los medios de comunicación, está atenta a cualquier error, a cualquier resbalón, más aún, al interior de la Cuarta Transformación, hay quienes buscan crecer y aspiran a consolidarse en el círculo íntimo de la presidenta Sheinbaum y que tienen todo por ganar cuando los convidados a la mesa del poder se manchan por sus excesos y resbalan.
En vísperas de que se cierre el primer año del segundo sexenio de la Cuarta Transformación, y cuando se esta construyendo de manera febril el nombrado segundo piso, es el momento en que esa mesa imaginaria se consolide, y se defina a los que serán convidados al banquete en los 5 años por venir, y por eso los errores hoy se magnifican.
Cometer excesos como pagar 47 mil pesos por una cena, irse de vacaciones de manera intempestiva por Europa o por Asia, mentir sobre las razones de esos viajes, o bien pretender radicar en Madrid, lejos del ruido político que se genera en México y cerca de todo lo que se criticó antes, son traiciones a la mística y a la lógica de lo que construyó Andrés Manuel López Obrador.
“No mentir, no robar, no traicionar al pueblo” es la otra frase fuerte que el constructor del primer piso les dejó como una suerte de credo a los encargados de continuar su labor, y en esa frase les dejó también el encargo de no equivocarse, de no pervertir el sentido de la transformación, porque justamente esos son los elementos que pueden llevar al movimiento a una rápida decadencia y a que eventualmente se abra una rendija por la que la oposición, hoy moralmente derrotada, pueda colarse, pues al demostrarse que la transformación no era tal y que se trataba de un quítate tu, para ponerme yo, podrían echar por tierra esa visión de que los actuales encargados del poder, no son iguales a quienes les antecedieron.
Hay algunos comunicadores, intelectuales y pensadores cercanos a la 4T que se asustan y espantan por que las críticas crecen en dureza e intensidad, hacia personajes cercanos al expresidente como su hijo Andrés Manuel o su pareja doña Beatriz, el detalle es que quienes se están equivocando son ellos, al igual que otros que fueron convidados al banquete de la 4T y no entendieron cual era la norma de comportamiento exigida para seguir ahí.
Al final habrá que entender que en cada cambio de sexenio debe darse una renovación, y que lo nuevo, quienes genuinamente acompañan a la actual portadora del bastón de mando, en este caso Claudia Sheinbaum, acabarán por consolidarse ahí.
No olvidemos otro detalle importante, esto apenas comienza y quienes han faltado a su deber, han caído en las tentaciones y excesos del poder, quienes han ofendido a la presidenta, tendrán que pagar su cuota de ignominia.
Al final del día nadie debe sorprenderse, Claudia Sheinbaum Pardo al único que le debe lealtad es a Andrés Manuel López Obrador.
Y quienes simpatizamos con la transformación tendremos que asimilar, que aquí el único que gobernó, que diseñó el modelo y el plan de transformación y lo ejecutó de manera magistral, es el mismo personaje que decidió retirarse en su finca llamada La Chingada.
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