La presidenta Claudia Sheinbaum anunció ayer en la mañanera que se convocaría una megamarcha el 6 de diciembre de este año. Según informó, el objetivo sería celebrar –de nuevo– los logros de la autoproclamada 4T y las bendiciones que ha traído al pueblo de México, en la reducidísima y manipuladora acepción que ellos mismos le han dado al término.
El oficialismo lo ha anunciado apenas unos días después de la marcha de la Generación Z. En un intento de buscar responder ante el esfuerzo de movilización llevado a cabo por los jóvenes, o por los viejos miembros de la oposición como los propios voceros la han descrito, la presidenta, sus voceros y sus propagandistas demostrarán a la nación como ellos si pueden convocar a más de 17 mil personas (número irrisorio que ellos informaron en relación con los participantes del 15 de noviembre).
Sí, desde luego que llenarán el Zócalo. Habrá sin duda unos 100 mil participantes. Sin embargo, el aparato de propaganda asegurará que son medio millón, como lo han hecho en el pasado. Uno se pregunta, empero, cómo pueden reunirse 500 mil personas en una plaza de la Constitución con capacidad máxima de cien mil personas. Quizás sea la magia de la 4T.
Lo que ciertamente no dirán el 7 de diciembre, léase, el día posterior a la movilización, es que habrán empleado todo el aparato para convocar sindicatos y gremios, y que será el resultado de las operaciones de los gobernadores morenistas que habrán “invitado” a los funcionarios públicos de su entidad y a organizaciones ligadas a las propias administraciones locales para que formen parte de este esfuerzo de Estado.
La presidenta tampoco señalará que no hacen más que reproducir una de las clásicas acciones del PRI en tiempos de personajes como Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo; entiéndase como su intento de mostrar el músculo “popular” para señalar a sus detractores que ellos cuentan con el amor incondicional del “pueblo”. En el pasado ha resultado muy bien y ha servido para lavarse la cara y sacudirse escándalos y crisis políticas que les han golpeado.
El 6 de diciembre se verán mantas, autobuses, una gran algarabía y cuadrículas en el Zócalo desde donde los miembros de cada gremio u organización aplaudirán y lanzarán vivas. Como lo hizo el PRI hace años.
No se equivocan, a mi juicio, aquellos que ven en Morena la reencarnación del PRI, pero sin su institucionalidad y más cercano a una secta caudillista. O tal vez, como lo ha señalado el vilipendiado Diego Fernández de Cevallos, el Revolucionario Institucional es inmortal.



