Parece ser que la Reforma Eléctrica no será aprobada sin modificaciones a la redacción original planteada por el Ejecutivo federal.

Lo interesante radica en si lo arriba expuesto ya se tenía presupuestado en la agenda política de presidencia, o si verdaderamente le generará un disgusto al presidente de la República.

Yo me iría por la primera.

Andrés Manuel nunca se ha caracterizado por dar paso sin huarache. Así que no se sorprenda nadie si dentro del programa se tenga prevista la inexorable parálisis legislativa entorno a la iniciativa de reforma constitucional en materia energética.

Veamos porqué.

Por un lado, se tiene el incipiente conflicto entre el senador Ricardo Monreal y López Obrador. Todo indica que el desenlace de esta reyerta resultará en la imperiosa destitución del zacatecano como coordinador parlamentario de la bancada de Morena en el Senado.

Sin Monreal en la coordinación de la bancada del partido en el poder, los consensos necesarios, indispensables para que la Reforma Eléctrica alcance la mayoría calificada en las votaciones, no serán posibles. Consecuentemente, la reforma constitucional se quedará en el tintero.

Una vez que esto suceda, López Obrador señalará y evidenciará a los senadores que no se sumaron a su proyecto de reforma a la constitución en materia energética. Andrés Manuel condenará esto llamándolo traición.

Y aunque no se logrará regresar el monopolio de la electricidad a la Comisión Federal de Electricidad; no obstante, se habrán evitado violaciones a tratados internacionales, así como el pago de indemnizaciones multimillonarias que le habrían costado al erario público.

Así las cosas, México ante los ojos del mundo habrá cumplido. Pero los políticos mexicanos ante los ojos del pueblo habrían traicionado.

AMLO aprovechará este fracaso legislativo para atizar la llama de la polarización. Se radicalizará fehacientemente y promoverá nuevamente la falacia de falso dilema de se está con su gobierno o en su contra, que tanto le ha redituado políticamente.

Todo esto sucederá en un contexto político-electoral donde se disputarán seis gubernaturas; es decir, una quinta parte de las entidades federativas que conforman este país.

Estamos ante la inminente radicalización de AMLO. La estridencia en este país irá en aumento. Antes de que todo se mejore, probablemente empeore.