En un mundo que se jacta de avances tecnológicos y derechos humanos universales, es inconcebible que en pleno 2025 estemos presenciando una hambruna deliberada en La Franja de Gaza, Palestina, un acto que no solo roza lo inhumano, sino que constituye un crimen de lesa humanidad según el derecho internacional.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha declarado oficialmente la hambruna en la Ciudad de Gaza y sus alrededores, una crisis totalmente provocada por el hombre que afecta a más de 500,000 personas en condiciones de inanición extrema. Esta no es una catástrofe natural; es el resultado de restricciones sistemáticas al ingreso de alimentos y ayuda humanitaria, lo que viola las Convenciones de Ginebra y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, donde la inanición de civiles como método de guerra se tipifica como crimen de guerra. Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han documentado como estas políticas equivalen a un castigo colectivo, una “weaponización” del hambre que pone en jaque la dignidad humana básica.

El llamado urgente de la ONU no podría ser más claro: expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirman que esta es la primera declaración formal de hambruna en el territorio palestino, demandando un alto al fuego inmediato y acceso humanitario sin restricciones para revertir esta tragedia.

Más de 100 niños han muerto solo en agosto por desnutrición, y las proyecciones indican que cerca de 71,000 menores de cinco años necesitarán tratamiento urgente en los próximos meses. Las cifras son escalofriantes: toda la población de 2.2 millones en Gaza está en riesgo, pero los más vulnerables —niños, mujeres embarazadas (alrededor de 17,000 en necesidad crítica), ancianos y personas con discapacidades— sufren el mayor impacto, con muertes por inanición que superan las 133 reportadas recientemente, incluyendo 25 menores. Estas muertes no son inevitables; son totalmente evitables si se permite el flujo libre de alimentos y suministros.

México, fiel a su tradición diplomática de defensa de los derechos humanos, se ha sumado a este clamor global a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). En un comunicado contundente, la SRE afirma que “la hambruna constituye una grave afrenta a la dignidad humana, que no está permitida como método de guerra y debe atenderse de inmediato”. La Cancillería urge el ingreso inmediato de ayuda sin condiciones y reitera su exhorto a la paz en Medio Oriente, alineándose con la ONU en la demanda de un cese al fuego. Como mexicana humanista, me enorgullece esta postura, que refleja nuestro compromiso con la justicia internacional y nos posiciona del lado correcto de la historia.

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Pero, ¿cómo es posible que el mundo calle ante esta atrocidad? Israel, con el respaldo de aliados poderosos como Estados Unidos, ha rechazado las acusaciones y mantiene restricciones que dejan toneladas de ayuda varadas en las fronteras. Esta impunidad aparente se debe a alianzas geopolíticas que priorizan intereses estratégicos sobre vidas humanas, vetando resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU y diluyendo la aplicación del derecho internacional. No podemos permitir que el silencio cómplice perpetúe esta vergüenza colectiva. La hambruna en Gaza no es un “conflicto lejano”; es un espejo de nuestra humanidad fallida, donde el alimento —sagrado en todas las culturas— se usa como arma.

Sigo sin comprender, como es que la clase dominante, gasta cantidades estratosfericas para conquistar el espacio, crear tecnología de punta, inversión igualmente de increíble en construir armas de todo tipo, sin importarles en lo más mínimo la pobreza que mata de hambre, de enfermedades, de condiciones precarias, de falta de oportunidades, me duele el alma de solo pensar las miles de personas que mueren diariamente por causa del hambre, eso debe indignar a toda la humanidad y debe parar, especialmente en zonas de guerra y eternamente marginadas.

Hago un llamado urgente: exijamos un alto al fuego inmediato para que la ayuda fluya sin trabas y evitemos más muertes innecesarias. Países, organizaciones y ciudadanos debemos unirnos en boicots, protestas y presiones diplomáticas. El mundo no puede callar; el silencio mata tanto como el hambre. ¡Actuemos ahora por Gaza y por nuestra propia conciencia! Abrazo revolucionario virtual.

X: @cpjannybarrera