“La justicia es la reina de las virtudes republicanas, y con ella se sostienen la igualdad y la libertad.”

Simón Bolívar

Comienzo el presente texto con una interrogante muy particular: ¿Ustedes creen que en México es fácil ejercer la justicia, donde en las esquinas del Estado de Derecho por infinidad de razones son abstractas?

Otra pregunta: ¿Ustedes pueden deducir por qué en México no han podido regular el cobro de piso, y los que lo ejercen incluso ya lo establecieron como un sistema administrativo oficial, como si fuera uso de suelo?

Por cientos de preguntas similares, en México el ejercicio jurídico resulta muy complicado, a pesar de contar con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, una de las más legibles y estrictas, jurídicamente hablando, de todo el mundo.

Siempre he pensado que una de las peores calamidades en la historia de la humanidad ha sido el radicalismo de pensamiento de algunos críticos, y eso es lo que está ocurriendo con la Fiscalía General de la República, afectando directamente a la opinión pública.

Para mí, la ahora titular de la Fiscalía General de la República, Ernestina Godoy Ramos, me parece una persona bastante formal y responsable, su sola presencia lo demuestra, pero comentarios como el que hizo el politólogo Jacobo Dayán el viernes 5 de diciembre del presente año en el programa Aristegui noticias, que ocasionalmente escucho por radio FM, es uno de los mejores ejemplos del daño que el radicalismo que describo genera.

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Como una anécdota interesante, en alguna ocasión que le envié un comunicado a la actual fiscal Ernestina Godoy cuando presidía la entonces Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, por medio de su Oficialía de partes, recibí una respuesta muy atenta y formal de su parte, como se diría jurídicamente: pronta y expedita.

Finalmente, yo también soy de los analistas convencidos de que no solo el Estado de Derecho, todo el rumbo de México, podría mejorar, y concretarse, con personajes como la fiscal Ernestina Godoy.