Responder, de manera rápida, fue una de las tareas de las distintas autoridades que en coordinación, supieron atender las situaciones ante la devastación, el desplome y la fuerza descomunal bajo la acumulación de agua. Eso, propiamente dicho, fue lo que provocó pérdidas de vida, aspectos que son siempre lamentables en estos fenómenos naturales. Por eso, las y los encargados de atender esta situación, lo vimos con nuestros propios ojos, fue una acción humanitaria. Muchos medios, los que sí son objetivos, fueron documentando la verdad que aquejaba a la gente. Precisamente de allí, bajo un control de daños, se hizo la evaluación para actuar a la altura. La misma versión, de quienes sufrieron en carne propia esa perspectiva, en efecto, destacaron los protocolos y el plan de emergencia que se aplicó, especialmente con personal de la Sedena.
Si nos guiamos por el recuento de los daños y por el número de personas que resultaron afectadas por el paso de las tormentas, podemos decir que Puebla y Veracruz, ante los imponderables de la naturaleza, fueron los estados que mayor impacto tuvieron. En muchas comunidades, donde la entrada se hizo imposible, atestiguamos pasos pantanosos, puntos de acceso colapsados y, con ello, viviendas que fueron reportadas como pérdida total. Son, de hecho, muchos estragos los que se sintieron.
Lo que más preocupó a los gobiernos de Puebla y Veracruz, que se movilizaron rápidamente, fue acoger en centros y albergues a familias enteras. Hablamos de mujeres, niños y personas de la tercera edad. Dadas las condiciones, tanto gobierno estatal como federal, velozmente desplegaron esquemas de asistencia y apoyo. Medicamentos, víveres, suministro de medicinas y atención de especialistas. Se pudo comprobar, a propósito de ello, que aquellos que son candidatos para ser beneficiados de un bosquejo de respaldo económico, se les fue entregado en su propia mano.
En su mañanera de hace unos días, ahora que hacemos alusión a este tema, la propia presidenta, que carga sobre sus hombros esa enorme responsabilidad, anunció la segunda etapa de apoyo y su distribución. Qué gusto nos dio escuchar esa noticia. En tales circunstancias, naturalmente, tenemos que reconocer la entrega de las autoridades estatales de Puebla y Veracruz, en coordinación con la propia Claudia Sheinbaum. Desde luego que las imágenes tuvieron un fuerte impacto, de eso no hay duda. Por eso nos unimos las voces de solidaridad. La mayor trascendencia, obviamente, se le dio a las condiciones de resguardo de la población.
La misma Claudia, que habló de reconstrucción, ha generado un esquema en el que muchas familias recuperarán lo que perdieron. Refiriéndose a ello, por supuesto, podemos aludir a la labor que hace la administración de Puebla, que está construyendo viviendas y, de paso, movilizando maquinaria para que los accesos y el flujo de la movilidad esté lo más pronto posible.
Sumado a todo ello, por supuesto, también debemos destacar las acciones humanitarias de los estados que hacen frontera con las entidades afectadas. Ellos, con centros de acopio, fueron receptores de alimentos. Con una estrategia participativa, pero sobre todo coordinada, enviaron miles de insumos. Entonces todos ellos, junto con los encargados de tomar decisiones, promovieron acciones concretas que, a su vez, detallaron en base a cada una de las prioridades. De hecho, nos hemos mantenido informados de lo que se está llevando a cabo. La misma presidenta, en esa misión de subsanar el efecto que provocó el fenómeno natural, ha entrado en esa segunda fase de la que hablamos hace poco. Por un lado, desde luego, hay entrega de recursos para recuperar un poco lo perdido y, por el otro, una evaluación para el esquema de reconstrucción, sobre todo aquellos que se encuentran en zonas de mayor vulnerabilidad. Hablamos de los que fueron reportados como pérdida total.
Por eso reconocemos el esfuerzo de las autoridades estatales, pero sobre todo de la presidenta de México, que no le han importado las críticas de la oposición. Ella, de su propio pie, ha recorrido los puntos que sufrieron más afectaciones. De hecho, mantiene comunicación con los gobernadores para estar al pendientes de los avances en la tarea de reconstrucción. Ya no es como antes, de los gobiernos neoliberales. El proyecto de la Cuarta Transformación, lo vemos, no ha escatimado en estimaciones económicas. Nadie se quedará desamparado porque hay, de plano, una estructura económica sólida para atender estas causas sin necesidad del Fonden, que era un barril sin fondo para quienes manejan estos programas en la etapa del PRIAN.
Hoy, como nunca, eso es totalmente distinto. Sabemos que hubo cinco entidades que padecieron los efectos de la naturaleza. La presidenta, de cada uno de ellos, tiene presupuestado las acciones que hay que realizar, sobre todo en Puebla y Veracruz, que fueron las entidades que más atenciones requirieron por los deslaves, acumulación de agua, inundaciones, derrumbes y pérdida total de viviendas. He ahí la diferencia de los demás. Las cuantiosas pérdidas, evidentemente, ascienden a más.
Por lo anterior, Puebla y Veracruz, lo he dicho en otros espacios de opinión, están de pie porque se actuó rápido. Desde luego que había un plan de prevención. Sin embargo, la fuerza de la naturaleza es un enigma. Por eso el manejo es lo más minucioso que se pueda, sobre todo con procedimientos a través de un protocolo de protección civil.
Ahora se trabaja. Se acabaron los tiempos donde los presidentes solo iban a fotografiarse y a simular entregas. Hoy, desde la cuarta transformación, la cosa es distinta: hay humanismo, solidaridad, empatía y ganas de reconstruir las zonas que lo han perdido todo.



