La derrota política de Donald Trump y de su guerra comercial parecen inminentes. Como suele suceder, el poder intenta que el fracaso se presente como éxito, una constante de los malos gobiernos. Sin embargo, en realidad el presidente estadounidense está en retirada. El acuerdo con el Reino Unido es más apariencia que logro. En primer lugar, los aranceles del 10% se mantienen; en segundo, Estados Unidos tiene un superávit comercial con ese país, y las tarifas recíprocas resultan desfavorables para los empresarios norteamericanos. Tercero, Inglaterra representa 3% del comercio con EU. El capítulo automotriz con UK, ha provocado el descontento de la industria estadounidense porque persisten aranceles elevados en sus cadenas de suministro.
En estas horas el gobierno norteamericano anuncia destacadamente el acuerdo con China de suspender y reducir aranceles por 90 días. La iniciativa de la reunión vino de EU y tiene que ver no sólo con el impacto negativo sobre el comercio por los aranceles, también los perniciosos efectos por el embargo de los orientales a productos estratégicos para la industria militar, aeronáutica y automotriz vinculada a las llamadas tierras raras.
Queda claro que el consumidor estadounidense paga los aranceles. Se incrementará la inflación y afectará el abasto de bienes de consumo de las familias norteamericanas. La industria automotriz norteamericana sufre la política comercial de Trump, incrementa precios y demanda que el gobierno norteamericano emprenda un acuerdo a la brevedad con México y Canadá.
México tiene mucho que ganar por la propia dinámica de la economía. Las empresas automotrices estadounidenses demandan la reducción de tarifas con Canadá y México porque las cadenas de suministro de la industria automotriz están profundamente integradas. A EU le significa mayor beneficio el comercio con sus vecinos que con otras naciones, además, para el caso de México, los mayores exportadores son empresas norteamericanas a las que les llevaría tiempo relocalizarse, además de que los costos aumentarían y, consecuentemente, los precios al consumidor. La realidad está domando a Trump, aunque persista en su obsesión arancelaria.
El verdadero impacto y deterioro del gobierno de Trump no se limita al comercio internacional. La política interna es crucial. El presidente norteamericano fue factor para el Partido Republicano para ganar votos, incluso en sectores difíciles como los hispanos y en territorios muy competidos. Sin embargo, su estilo y decisiones erráticas y erróneas han provocado desencanto del electorado, lo que lleva a divisiones internas. Los demócratas, sin mucho esfuerzo, están en posición de recuperar la mayoría en la Cámara de Representantes e incluso en el Senado.
El veterano consultor político James Carville anticipó este desenlace: en una colaboración en el NYT al inicio del gobierno de Trump sugirió que los demócratas no se precipitaran; que no necesitaban hacer mucho para recuperar terreno. El descontento generado por las políticas de Trump le ha dado la razón; la elección de noviembre 2026 anticipa derrota para los republicanos en la Cámara de Representantes y, posiblemente, en el Senado.
La mayor debilidad de Trump está en el plano económico por las presiones de mercados, empresarios y miembros de su propio partido. Su apuesta crece en temas de seguridad y migración; su gobierno persistirá presionando a México a pesar de que la presidenta Sheinbaum ha colaborado permitiendo una disminución significativa en el flujo de migrantes ilegales, el único logro de Trump en su primer tramo de gobierno.



En cuanto a seguridad, aumentará la presión. El retiro de la visa a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila abre un capítulo muy comprometedor al gobierno de México que no debe verse como un incidente aislado. Además, se exigirá un mayor número de envío de criminales mexicanos, decomisos de drogas, destrucción de laboratorios y hasta acciones contra políticos vinculados al crimen organizado. El problema del huachicol y la importación ilegal de combustibles también estarán en la mira, e involucra a autoridades. Las expresiones de Trump sobre el supuesto miedo de la presidenta a los criminales deben verse con la mayor preocupación.
En los tiempos del obradorismo la impunidad en México llega hasta donde los estadounidenses deciden. Las declaraciones de delincuentes a cambio de beneficios procesales podrían convertirse en la base para acusar a altos funcionarios del régimen, además, el espionaje de los norteamericanos no se limita a los drones y observación a los cárteles. La declaratoria como grupos terroristas amplía el espectro de actuación, entre otros, la información financiera y la protección gubernamental. La presión aumentará, robustecida con el precedente de López Obrador de avalar las acciones judiciales contra aquellos funcionarios a partir de las declaraciones de criminales a cambio de impunidad. Ciertamente, el caso de García Luna en EU abrió la caja de pandora y estableció precedente.