El Campeonato Mundial de Ciclismo de Ruta en Kigali, Ruanda, nos regaló una jornada histórica. En los 40,6 kilómetros de la contrarreloj individual se cruzaron dos historias: la consolidación de un genio como Remco Evenepoel, y el nacimiento de un referente para México en la máxima categoría, Isaac del Toro.
El joven ensenadense arrancó con una figura aerodinámica impecable, pedaleando con un ritmo feroz que lo llevó a pulverizar los tiempos de quienes habían salido antes que él. En ese primer punto de control se vislumbraba que su actuación no sería una más en la estadística, sino un hito para nuestro ciclismo. Es cierto: la inexperiencia le pasó factura. El ímpetu de salir tan rápido lo desgastó, y en el segundo punto de control se notó la disminución de fuerza. Sin embargo, su enorme capacidad física y carácter competitivo le permitieron mantener el temple para meterse en el top 5 del mundo, algo que hasta hace pocos años parecía impensable para México.
Por detrás de él, venía el especialista por excelencia: Remco Evenepoel. El belga volvió a demostrar por qué es considerado “el hombre cronómetro” de esta generación. Con su pedaleo compacto y la regularidad que lo caracteriza, fue demoliendo a cada rival hasta afianzarse como tricampeón mundial de la especialidad, con un tiempo de 49:46.03. Una gesta que lo coloca en la historia junto a los grandes de todos los tiempos.
El podio lo completaron Jay Vine (Australia), quien finalizó a 1:14.80, e Ilan van Wilder (Bélgica), que cerró a 2:36.07 de su compatriota. En la cuarta posición quedó Tadej Pogacar (Eslovenia), que no encontró sus mejores piernas en el terreno africano y se quedó a 2:37.73. Y en la quinta posición brilló Isaac del Toro Romero, con un crono de +2:40.86, firmando la mejor actuación histórica para México en una contrarreloj mundial.
Las subidas cortas pero constantes, sumadas a la altitud, minaron a Pogacar, mientras que Evenepoel volaba sobre el asfalto ruandés. Pero más allá de la victoria belga, el gran descubrimiento fue la solidez de Del Toro, que a sus 20 años ya demuestra estar listo para competir contra los mejores del mundo.
Para México, lo de Isaac no tiene precedentes. Más allá del resultado inmediato, lo que queda es la certeza de que estamos viendo a un ciclista capaz de pelear por todo. Con madurez, aprendizaje y la misma ambición que lo ha traído hasta aquí, no sería descabellado soñar con verlo algún día vestido con el maillot arcoíris en la contrarreloj o, incluso en la ruta.
En Kigali se coronó Evenepoel, pero también se sembró la semilla de un futuro campeón. Isaac del Toro ha demostrado que el ciclismo mexicano puede mirar de frente al mundo.