El día de ayer lamentablemente ocurrió en Texas la mayor de las masacres en su haber: Un Joven de 18 años le disparó a 18 niños, a una maestra, no sin antes haber asesinado a su abuela.

Esta noticia me llenó de una conmoción absoluta por muchas razones: En primer lugar tengo dos hijos adolescentes y me pregunto si ellos viven con dolor también su realidad y es si acaso que no me haya dado cuenta si están tan enojados  o si en algo estoy fallando como madre como para no ver qué dentro de ellos se pudiera estar gestando tanto dolor y tanto odio.

Me impactó y consternó  por la cantidad de niños que perdieron la vida... Vidas Inocentes... que ya no pudieron ser vividas.  

Me impactó por la falta de seguridad en las escuelas, en general, en donde no hay filtros para revisar mochilas ni siquiera desde casa se hace eso. ¿Quién nos asegura que esto no pudiera pasar en alguna escuela de nuestro país?

Ayer la primera persona  que salió a dar la cara ante esta tragedia fue Kamala Harris. No entendí muy bien porque no fue Biden, si es que se encontraba volando, decían unas versiones, y otras que no podría hacerlo sino entrada la noche... Entre esto y lo otro Kamala Harris salió para dar la cara.

Qué manera de manejar una situación así. Al borde del llanto, transmitiendo absoluto dolor, indignación, empatía con el dolor de los padres dijo: “Basta, basta ya”. “Enough is enough”, exclamó casi llorando.

Subrayó que era hora de que como nación deberían de tener el coraje de actuar y comprender el nexo de lo que constituye una política pública razonable y sensata.

Me pareció como que hasta estaba  regañando la laxitud de Biden ante el tema de la legalidad de las armas. Dijo que cada vez que pasan tragedias como esta es descorazonador, pero que no se compara con lo que pasan las familias de las víctimas.

El poderoso mensaje de Kamala fue más allá de las palabras. Su rostro lleno de dolor, de consternación, hasta de vergüenza, conectó con el sentimiento de dolor de miles.

Hace tiempo no veía a algún político conectar con las emociones como lo hizo ella.

Y es que nuestras figuras políticas jamás han podido sido capaces de manifestar que algo les duele, es que ni siquiera les creo que algo les duela. El dolor de Kamala Harris fue genuino. ¿Y en nuestro país, nada le duele a nadie?

Aunque no hemos tenido tragedias similares y eso porque creo que no es tan fácil obtener un arma para menores de edad porque de lo contrario no quiero ni imaginar lo que podría pasar, pero han habido masacres, donde han asesinado a niños y ni el presidente o la jefa de Gobierno jamás han demostrado un ápice de dolor.

Hoy el presidente de México dijo ante los niños asesinados dentro de su escuela  que “de manera directa, nacidos acá -no se sabe-,  pero de que la mayoría son de origen mexicano no hay duda”.

Es inaudito que a más de 15 horas de la tragedia, el presidente no sepa la verdad. Estoy segura que Biden ya tendría la información de saber si los pequeños asesinados son de mexicanos, pero Obrador prefiere pasar por alto esto, decir  y aceptar que varios niños asesinados  eran mexicanos le afecta a Ely le afecta a Biden.

Dijo que “le dolía mucho esto” así y sin más siguió con otro tema, sonriente. No puedo entender la frialdad con la que hablan, las cosas que ocultan para que políticamente no salgan golpeados o “raspados”.

Mi corazón está roto. Aterrado y sin esperanza. Porque mientras gente como la que nos gobierna lo siga haciendo nunca sentiremos seguridad en ningún lado.

Esto pasó en USA, pero nos toca a todos dolernos y sentir esta indignación porque al final hubieron 18 niños que murieron, a manos de un joven lleno de dolor, de ira y quizá hasta de abandono emocional.

También acá nos alcanzan esas emociones. También acá hay jóvenes llenos de ira y de coraje. Tenemos que poner atención a las señales de nuestros hijos. Tenemos que pedir y dar  más paz y menos odio.

Mis respetos para Kamala, seguramente la ciudadanía sintió acompañamiento a través de su discurso.

Ojalá algún día por primera vez sintamos ese acompañamiento en las cientos de masacres que pasan en este país todos los días, a toda hora, contra todo aquel que se mueva.