Se ha visto que este tema de los aranceles, básicamente al país de China, ha traído un espiral de comentarios. Algunos, que estuvieron indecisos en responder a preguntas expresas que se hicieron a través de distintas metodologías, les dio igual sí se ponía en funcionamiento el incremento de los aranceles a más de mil productos que se importan desde Asía. En realidad fue una minoría. El punto es que, la inmensa mayoría, viene avalando las decisiones que han salido desde Palacio Nacional, principalmente aquellas que llevan un proyecto de modificación al marco constitucional. De ese modo, queda claro, ambas cámaras legislativas aprobaron el aumento a los impuestos para favorecer dos aspectos fundamentales que son, en definitiva, salvaguardar el mercado interno y el impulso con la insignia Hecho en México, lo mismo que elevar nuestra producción, sobre todo al dejar claro que es de primera calidad.
No se trata de un capricho del gobierno de Claudia Sheinbaum ni mucho menos una medida punitiva. Desde luego que esto, por su naturaleza, genera un espiral de debates y puntos de vista. Para ello, sobra decir, se aportó una base de justificación que, sin más preámbulos, es parte de la estrategia para el fortalecimiento de la economía, que atraviesa uno de sus momentos de mayor apogeo en México, en especial por el flujo de inversiones, así como la distribución de una campaña a favor de lo que nuestro país ha demostrado que puede hacer con el talento de las manos mexicanas. Eso, de pronto, se vuelve el punto central que sale a escena. Como sabemos, hay una invasión de productos chinos. Algunos de ellos, inclusive, entran ilegalmente a los puertos del país. He ahí, por el compromiso, que los controles han permitido frenar una oleada de piratería que tiene el fin de cruzar y llegar al mercado informal.
Esos sistemas de vigilancia, sumadas a las brigadas que realiza el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, han venido a fortalecer, especialmente porque son productos que no cumplen con los protocolos constituidos y, lo peor de todo, están fuera de un tratado comercial. No hay, por lo tanto, normas establecidas. Por eso el control, que se ha venido nutriendo de mecanismos para el acceso, nos dan mayos certeza. Con esa supervisión, de hecho, se ha detectado que el mayor flujo tiene que ver con el aumento del calzado chino. Le siguen el textil y el acero. Y qué decir de la irrupción de automóviles asiáticos a suelo mexicano. Eso, desde luego, es algo que tampoco favorece al mercado interno, especialmente porque se pierde la generación de fuentes de empleo. Muchas compañías, al verse afectadas, reducen la plantilla laboral o, de plano, dejan de ser espacios mejor remunerados que, a la postre, impacta en la calidad de vida que se le puede brindar a una familia que depende de ello.
México, por encima de cualquier aspecto, debe privilegiar la capacidad que hemos demostrado tener para elaborar productos de primera calidad. Algunas de esas actividades están en el corazón del Plan México. El mismo titular de la Secretaría de Economía, que cuenta con todo el respaldo de la presidenta de México, no sólo se ha convertido en el portavoz de estas políticas justificadas que se han adoptado, sino en ese sostén que nos hemos trazado para elevar la productividad a través de la industrialización y el uso adecuado de los recursos naturales que, de norte a sur, son nuestras principales materias primas. Para darle mayos profundidad a esas políticas, avaladas por el pueblo, es indispensable concertar líneas específicas, mucho más ahora que no existe un tratado comercial con China. Eso es una desventaja para nosotros, sobre todo por la competencia de precios.
Por eso México, de los tiempos de la Cuarta Transformación, ha encontrado su principal fortaleza en el lanzamiento de la insignia Hecho en México. Junto a ello, claro está, la difusión que se le ha dado, en conjunto con el Consejo Coordinador Empresarial, es, además de una luz muy visible, un mecanismo que ha logrado penetrar para que la ciudadanía consuma la calidad inmensa de los productos que se elaboran con manos mexicanas. De hecho, no podemos dejarnos ir por la inercia de los precios bajos de los productos chinos a sabiendas de que, por mucho, no cuentan con la normatividad ni mucho menos con los estándares de calidad.
Sabemos que China ha alzado la voz en protesta por el aumento arancelario que entrará en vigor los primeros días del año 2026. México, o mejor dicho el gobierno de la Cuarta Transformación, a través de sus secretarías de estado, se han enfocado en explicar a detalle todo lo que implica este clima y la toma de decisiones. China, por ejemplo, exporta a nuestro territorio diez veces más de lo que nosotros enviamos para allá. Procurando que eso sea equitativo, desde luego, las medidas tienen una base sólida, mucho más cuando no existe un tratado comercial que nos una. Sabiendo que es un hecho inexorable, en un momento idóneo como este, eso vendrá a robustecer la perspectiva positiva para relanzar la insignia Hecho en México, de la que nos sentimos plenamente orgullosos. De ese modo, otra de las metas es, a mediano plazo, levantar la inversión a promedios entre 25% y 28%. De igual manera, se mantiene la esperanza, que seguramente se concretará, de elevar el número de empleos en un promedio de 1.5 millones.
Por eso y por muchas razones, hay una base sólida de justificación en las medidas arancelarias que ha decidido implementar la Cuarta Transformación al país de China, básicamente en los porcentajes estipulados. Somos partidarios de eso, sobre todo cuando se trata de cuidar lo que, sabemos, son productos de mucha calidad los que se elaboran en estas tierras mexicanas.



