La radio
El 18 de septiembre de 1930 se convertiría en un día en verdad histórico, pues se realizaba la primera transmisión pública de la XEW radio. Hecho que transformaría tanto la comunicación como las expresiones artísticas populares por entonces. De las carpas y los teatros de revista (y del disco, cuando se tenían grabados), los músicos, pianistas, compositores y cantantes pasarían al performance radial en vivo para acceder a un impulso, un alcance y una resonancia impensados. La carpa y el teatro eran importantes, pero limitados, el disco había avanzado mucho en el fenómeno comunicativo e incluso en la fama de los artistas, pero era un acto no vivo. La radio trastocó ese estado de cosas al inicio de la década de los 30’s del siglo XX en México (la radio podía cubrir buena parte del país, no sólo la Ciudad). Fue a tal grado exitoso el lanzamiento e insuficiente el tiempo-aire para ofrecer a más artistas, que el 31 de octubre de 1938 se estrenaría otra gran estación, la XEQ. La radio, que había comenzado en 1921 en Monterrey, Nuevo León, y contaba en la Ciudad de México con la XEB desde septiembre de 1923, cobraría una dimensión mayúscula tanto con la XEW, en primera instancia, y la XEQ, después.
Ese día de la inauguración de la XEW, tras la intervención de la Orquesta Típica de la Policía interpretando el “Himno a la alegría”, del cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, dirigida por Miguel Lerdo de Tejada, el elenco fue el siguiente: Juan Arvizu, Josefina “La Chacha” Aguilar, Francisco Salinas y Ofelia Euroza (el 15 de septiembre se había transmitido el “Grito de Independencia” de Pascual Ortiz Rubio). Arvizu ya era un tenor popular de cierto prestigio que tenía educación formal de voz. Aguilar (quién sabe por qué le decían “Chacha”), había ido ganando espacio y reputación como cantante de ópera desde su debut en 1925 en el Teatro Arbeu (La favorita, Baile de máscaras, Andrea Chénier, Carmen, La navarraise, Aída y Sansón y Dalila; qué sobresaliente) pero no dejó de ser tentada, como tantos otros cantantes de su tiempo que tuvieron entrenamiento clásico (como hemos visto), por la canción y el canto popular.
|“La borrachita”, de Ignacio Fernández Esperón, Tata Nacho; a dueto con Juan Arvizu|:
La ópera y la tragedia
Su debut operístico en el Teatro del Palacio de Bellas Artes fue en 1937 como mezzosoprano o contralto protagonista en las óperas Aída y Baile de máscaras, de Verdi, y Gioconda, de Amilcare Ponchielli. Cantó en Italia, Francia, Argentina, Cuba, Brasil y Estados Unidos. Fue dirigida por grandes músicos como Arturo Toscanini. Josefina Aguilar ganó un alto reconocimiento como cantante de ópera que aún prevalece, pero tuvo un retiro de la escena infortunado.
|“Estrellita”, de Manuel M. Ponce|:
Varias fuentes registran o repiten el dato de que cuando interpretaba el protagónico de la ópera Carmen en Bellas Artes, Aguilar tuvo un accidente en el pie izquierdo que derivó en su retiro y la eventual la amputación de la pierna. Un libro lleno de subjetividad pero bastante objetivo en el registro de los datos, La ópera en México de 1924 a 1984, de Carlos Díaz Du-Pond, quien conocía a la cantante desde 1925 (“a quien desde entonces se empezó a llamar la Chacha”, recuerda), hace referencia a esa tragedia personal con mayor precisión:
1943: “La Chacha Aguilar estaba anunciada para la segunda función que fue Carmen. Había regresado de Buenos Aires con su pequeña hija… Por desgracia, en uno de los ensayos sufrió una caída de un practicable y se enterró un clavo en la planta de un pie y esto le impidió tomar parte en las representaciones así que fue sustituida por Carmen Aguilar y Voos… Fuimos a ver a la Chacha que se había divorciado nuevamente y estaba desolada por no poder cantar pues le vino una infección terrible en el pie y no podía caminar”. Erich Kleiber dirigió esa producción. Hacia noviembre de ese mismo año, la artista pudo cantar en Fausto de Gounod y, en el Toreo, regresó a Carmen.
1945: “Hubo un concierto precioso de la Chacha Aguilar en el Arbeu a su primer regreso de Italia, en donde terminó ella sentada al piano acompañándose canciones de Tata Nacho”.
|“Tengo nostalgia de ti”, de Tata Nacho|:
1946: Sobre la ópera Fausto, “La Chacha Aguilar, quien seguía con la infección en el pie, al grado que dejó en escenario gotas de sangre”. En los camerinos al término de la función, “por supuesto que vimos a la Chacha que nos enseñó la herida de su pie y nos contó que Pinza (Enzio Pinza, el famoso bajo italiano) quedó horrorizado cuando vio las gotas de sangre que dejaba en el piso cuando la hizo correr en la escena del jardín, admirando el valor y la resistencia de aquella admirable mujer”. Al Fausto siguió Romeo y Julieta, que fue su última aparición operística. Sobrevivió todavía muchos años como maestra de canto y piano.
|“Cielito lindo” a ritmo de conga, un raro arreglo de Manuel M. Ponce, con la orquesta de Xavier Cugat, un amplia introducción musical, canta dueto con Carmen Castillo|:
La canción popular
De las voces femeninas estudiadas en este espacio, Aguilar fue la más decididamente operística que tuvo como posibilidad el canto popular. Su contraparte masculina más próxima podría ser José Mojica, quien pese a no lograr una carrera operística importante como ella, al inclinarse por la canción, triunfó popularmente. En todo caso, del canto clásico y de la ópera llegaron muchos a la radio, el cine y la televisión. De hecho, además de sus apariciones radiales, Aguilar participó en dos películas: 1. La última canción (John H. Auer, dir., 1933), donde interviene uno de los más destacados cantantes de canciones de ese tiempo, Alfonso Ortiz Tirado. 2. Fantasía ranchera (Juan José Segura, dir., 1947), aquí participa el gran barítono y tenor chileno, Ramón Vinay.
|“Atotonilco”, de Juan José Espinoza Guevara; a dueto con Juan Arvizu|:
Josefina Aguilar (1904-1968) tuvo una gran carrera operística a partir de una sólida educación musical y vocal. Fue alumna de Sara Moreno en el Conservatorio Nacional de Música y posteriormente de la celebrada Fanny Anitúa. Y aunque antes y después de tomar parte del elenco inaugural de la XEW en 1930 prevaleció la ópera en su trayectoria, hay muestras de su voz cantando canciones, algunas de las cuales hoy son ya semiclásicas.
Este es el fenómeno que hemos venido narrando, el cruce del canto clásico y el popular en la canción popular que hoy se ha convertido en clásica o semiclásica. “La Chacha”, Josefina Aguilar, puede verse como un encuentro o parteaguas significativo de dicho extraordinario fenómeno.
|“Silenciosamente”, de Alfonso Esparza Oteo|:
|“Adiós Mariquita linda”, deMarcos Augusto Jiménez Sotelo; a dueto con Arvizu|:

Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo