Una figura muy distinta a los que se dicen líderes de izquierda que pululan en nuestro continente. Su vida y legado estuvo marcado por su incansable lucha por la justicia social, la igualdad y la libertad.

Fue presidente de Uruguay entre 2009 a 2015 y líder del Movimiento de Participación Popular (MPP). Proveniente de una familia de clase media, desde muy joven se involucró en la política uniéndose al Partido Nacional. Sin embargo, pronto se desilusionó de la política tradicional y pasó al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero que luchaba contra la dictadura militar.

Liderazgo, austeridad y vanguardia

Mujica ya convertido en un líder destacado del MLN-T, participó en varias acciones armadas contra el gobierno. En 1972 resultó herido y fue capturado por el ejército uruguayo. Pasó 14 años en prisión sometido a condiciones de aislamiento y tortura. Durante esos años, dedicó tiempo a la lectura y se convirtió en un apasionado de la filosofía y la política.

En la década de 1980, Uruguay comenzó a transitar hacia la democracia. Mujica fue liberado en 1985 y se unió al MPP, un partido que surgió del MLN-T y en 2009 fue electo presidente de Uruguay, cargo que ocupó hasta 2015.

Durante su presidencia implementó políticas progresistas que buscaban reducir la desigualdad y mejorar la calidad de vida de los uruguayos, dejando un ejemplo que lamentablemente ningún líder latinoamericano de izquierda siguió:

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Legalizó el aborto. Firmó en 2012 una ley que permitía el aborto convirtiendo a Uruguay en uno de los primeros países de América Latina en hacerlo.

Legalizó la marihuana. En 2013, Uruguay fue el primer país del mundo en legalizar la producción, distribución y venta de marihuana.

Implementó programas para reducir la pobreza y mejorar la educación y la salud.

Al concluir su presidencia, Mujica siguió siendo una figura influyente en la política uruguaya y latinoamericana. Fue reconocido internacionalmente por su compromiso con la justicia social y la igualdad y en 2014, la revista Foreign Policylo nombró uno de los “100 pensadores globales” más influyentes del mundo.

Congruencia

Su vida y legado son un ejemplo de lucha por la justicia social y la igualdad en América Latina. Mantuvo un compromiso con la política progresista. La habilidad y sensibilidad que demostró al implementar cambios significativos en su país lo llevaron a ser reconocido como una figura destacada internacionalmente.

Mujica honró su vida y fue congruente con su pensamiento, siempre vivió de forma austera, cosa que no presumía, hacia.

Junto a su esposa Lucía Topolansky, vivió en una pequeña granja en la localidad de Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo, ahí cultivaban sus propios alimentos. Un estilo de vida sencillo, no un rancho de más de 50 hectáreas, ni presumía tener un billete de 200 pesos en su cartera, no era hipócrita.

Lo que sí era Mujica, era ser altruista, donaba la mayor parte de su salario a organizaciones que ayudaban a personas en situación de pobreza y a proyectos de desarrollo social. Conducía un viejo Volkswagen escarabajo, que a la postre se consideró un símbolo de su austeridad y compromiso con la simplicidad. No cambió un Jetta por camionetas Suburban blindadas, ni tenía un empleado chofer-cómplice.

Mujica realmente priorizaba las necesidades de la población y enfocaba sus esfuerzos en mejorar su calidad de vida, no buscaba beneficios personales ni se aferró al poder. Mejoró el sistema de salud y hoy por hoy, Uruguay es uno de los países con mejores resultados y considerado uno de los mejores para vivir.

La vida austera de Mujica tuvo un impacto significativo en la percepción pública de la política y sus líderes. Su compromiso con la simplicidad y la generosidad ha inspirado a muchos a reflexionar sobre los valores y prioridades en la vida pública y personal.

Mujica es un ejemplo de que los políticos pueden comprometerse con el bienestar del pueblo para el que trabajan, de que tener un cargo público significa priorizar el bien común, no el enriquecimiento personal, los lujos o cambiar abruptamente de estilo de vida.

A Mujica nunca le importó la popularidad ni el aplauso banal, su preocupación fue mejorar la vida de su pueblo, al grado de no tener hijos y cuando se le preguntó si se arrepentía, contestó: “Si, lo lamento. Me dedique a cambiar el mundo y se me fue el tiempo”.

Como diría otro gran presidente: “Yo le recordaría que la función de un presidente no es ser popular, sino servir a la nación democráticamente.” Algo que Mujica hizo sobradamente.

Aunque sus críticas al modelo económico a veces ignoraban realidades globales, su coherencia ética, su sencillez y su compromiso dejaron una importante huella.

Un político distinto. Descanse en Paz.

X: @diaz_manuel