La 4T inauguró con bombo y platillo el Trolebús Chalco-Santa Martha como si fuera la panacea de la movilidad para el oriente del Valle de México. Prometieron un sistema moderno, eficiente, sustentable.

Lo que no dijeron es que con la primera lluvia el servicio colapsaría. Literalmente.

Chalco se inunda, los trolebuses bajo el agua, los usuarios caminan entre charcos y lodo, y las estaciones que aún no están terminadas todas, por cierto parecen más embarcaderos que centros de movilidad.

¿Cómo es posible que una obra recién inaugurada, con una inversión millonaria, no tenga drenaje pluvial funcional? ¿Cómo es que en pleno 2025 seguimos diseñando infraestructura pública como si la crisis climática no existiera? ¿Dónde quedó la planeación que tanto presume la autodenominada “transformación”?

Las imágenes y los testimonios no mienten. En redes sociales vimos testimonios que reportaron retrasos de hasta una hora entre estaciones, largas filas bajo la lluvia, fallas eléctricas, semáforos sin funcionar, ausencia de personal y, sobre todo, una enorme frustración.

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Es una burla que con la primera lluvia ya se retrase todo. Nos dijeron que era un sistema moderno y ni drenaje planearon.

El Trolebús Chalco no solo evidencia la improvisación con la que se diseñan muchas obras en el país, también desnuda una forma de gobernar que privilegia la foto de la inauguración por encima de la calidad del servicio.

No se trata de estar en contra de la inversión en transporte público –al contrario, es necesaria y urgente–, se trata de hacerlo bien, con visión a largo plazo, con diagnósticos técnicos, estudios hidrológicos, urbanismo inteligente y participación ciudadana.

Pero no. En lugar de eso, se impone una lógica política donde lo importante es cortar el listón “curioso antes de una elección a modo”, aunque la obra esté inconclusa o no funcione bajo condiciones mínimas.

En el discurso oficial, todo “marcha sin complicaciones”, aunque el agua llegue a las rodillas.

El contraste no podría ser más doloroso. Mientras se presume un “nuevo modelo de movilidad”, vecinos de colonias como San Gregorio Cuautzingo, Emiliano Zapata y Jardines de Chalco viven atrapados entre el lodazal y la desinformación.

No hay rutas alternas, no hay protocolos claros, no hay respuesta oportuna. Solo hay una promesa incumplida, una más.

Y mientras tanto, ¿qué hace la gobernadora Delfina Gómez para prevenir que las familias de esta zona sigan viviendo entre inundaciones?

Hasta ahora, su administración ha enviado brigadas de Protección Civil a remover basura de coladeras —una acción reactiva, no preventiva— y ha anunciado que “se está evaluando” un plan integral de desazolve.

No tardan los operadores a ir a tomarse la foto con los afectados, entregando cobijas y víveres. Pero lo que se necesita no es solo asistencialismo temporal, sino soluciones estructurales.

Una muestra de esta lógica reactiva es el caso del colector pluvial “Solidaridad”, una obra hidráulica destinada a mitigar las inundaciones en Chalco. Su inauguración estaba planeada justo para este fin de semana, pero la naturaleza se les adelantó: la lluvia llegó antes, con fuerza, y expuso lo que los vecinos conocen desde hace años: que los anuncios de obras no valen nada si no llegan a tiempo.

Una vez más, el agua se les metió hasta la cocina antes de que el gobierno pudiera siquiera cortar el listón.

Los vecinos han sido claros: la obra está mal planeada, urge mantenimiento constante y se necesita un canal de comunicación efectivo con los usuarios. Pero en lugar de eso, lo único que fluye con rapidez es el agua… Y la propaganda.

¿Dónde están los proyectos de colectores pluviales adicionales? ¿Qué recursos del presupuesto estatal se están destinando realmente a obras hidráulicas en esta región? ¿Se incluyó alguna estrategia en el Plan de Desarrollo Estatal que contemple las afectaciones específicas de Chalco y su zona metropolitana?

La respuesta, por ahora, es ambigua.

La movilidad digna no se construye con discursos ni maquetas digitales. Se construye con planeación, responsabilidad y empatía. Chalco, como tantos municipios del país, no necesita promesas. Necesita infraestructura que funcione incluso –y sobre todo– cuando llueve.

Porque cuando la transformación se ahoga a la primera tormenta, es claro que el cambio sigue siendo de papel. Y el papel, ya sabemos, no resiste el agua.

X: @Alberto_Rubio