(Poemas para Taibo II)

Contra el vil desprecio de las letras femeninas

Audaz la ignorancia se disfraza en mansa,

mas hiere a la sabia que escribe y lee;

del arte femenina el necio se cansa,

y fea la llama, que no la comprende.

El verbo de mujer le causa espanto,

su pluma libre, su razón erguida;

mas al varón que copia, rinde canto,

y a su plagio le da por bien su vida.

Ignorancia es despreciar la letra,

solo porque entre piernas no florece

falo que infame en su mente decreta

la luz que en otra frente resplandece.

Cobarde tiembla el rancio ignorante,

teme al saber que no controla el hombre;

mas cada verso que mujer levante

será justicia que su sombra asombre.

Por algo su cultura

al fondo y doblada

nadie quiere leer.

Doblada le gusta

Doblada le gusta,

sin que la fémina elija qué leer,

doblada la prosa,

porque la rima le hace temer.

Doblada la risa,

por ser quien tiene el poder,

metida la vergüenza,

pues en ser el mismo radica su cinismo.

Taibo ataviado

de oscura capacidad lectora,

taimado y obtuso,

se enreda en su propia sombra.

No teme al verso, sino al espejo,

donde su farsa se hace verbo.

Y entre tanta letra que no comprende,

su nombre —Taibo— con “aibo” se ofende.