En este preciso momento, miles de niñas, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores, que habitan en este mundo, están pensando en suicidarse. No podemos permitir que las y los gobernantes continúen trabajando en políticas públicas fallidas, mientras que muchas personas planean quitarse la vida.
10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Suicidio
La deshumanización provoca suicidios. Es importante promover narrativas que reconozcan el sufrimiento humano y no criminalicen ni moralicen, basta de estigmas.
Urgen políticas públicas y leyes para la prevención del suicidio. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en diversas ocasiones, ha recomendado a las naciones trabajar en la prevención, aunque existen algunos programas de gobierno para esta problemática de salud pública no ha sido suficiente porque los decesos continúan.
El suicidio es un fenómeno global que lamentablemente deja más de 700 mil muertes al año, según la OMS y continúa rodeado de mitos, prejuicios y tabúes. Muchas sociedades ven el suicidio como un acto de “debilidad moral” o un “pecado”, y genera discriminación hacia las personas con intentos previos o hacia las familias que han perdido a un ser querido.
La mayoría de las personas hemos conocido a algún amigo, amiga o familiar que intentó suicidarse o se suicidó. Estos sucesos tan lamentables son parte de nuestras vidas; no podemos fingir que no es así; no es un tema ajeno, es una problemática a nivel mundial que nos compete a todas y todos, a las autoridades y a la sociedad en general.
Las y los trabajadores de los gobiernos han hecho mal su chamba creando programas inservibles que no previenen contundentemente, la consecuencia: millones de personas se han quitado la vida.
A las y los servidores públicos se les recomienda consultar las investigaciones científicas nacionales e internacionales que pueden abonar en la elaboración y aplicación de políticas públicas, así como de leyes que ayuden en la prevención del suicidio. Ya no queremos más muertes, no podemos vivir deshumanizados sin trabajar en el respeto a los derechos humanos; el derecho a la vida.
El suicidio no puede abordarse solo desde la perspectiva médica o psicológica: también compete a los derechos humanos, ya que involucra la dignidad, la igualdad y el acceso a la salud.
El artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos destaca el derecho a la vida: los Estados tienen la obligación de prevenir las muertes evitables, lo que incluye políticas de prevención del suicidio.
Derecho a la salud, art. 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, implica garantizar acceso a servicios de salud mental de calidad, accesibles y libres de discriminación.
Todas las personas tienen derecho de no ser discriminadas, sin embargo, para diversos sectores de la población les es muy difícil no discriminar. En el día a día viven discriminando a grupos en situación de vulnerabilidad. Hay que hacer hincapié de que el estigma asociado al suicidio puede derivar en exclusión social, laboral y educativa, lo que constituye una vulneración de este derecho.
Combatir mitos y difundir información basada en evidencia sobre salud mental y prevención del suicidio es esencial. No podemos esperar más, los gobiernos y la sociedad en general tienen que trabajar por el bien común de todas y todos. El suicidio puede prevenirse.