La vida digital dio una ligera sensación de autonomía a millones de jóvenes que en realidad, enfrentaron las peores condiciones, la mayor afectación, la mayor vulnerabilidad, la peor precarización y el principal abandono: ni una sola política pública con perspectiva de juventud.

Marla tiene 24 años y comenzó a vender copas menstruales poco antes de la pandemia. Aprovechó el súbito tiempo libre para desarrollar una propuesta online que mejorara sus ingresos al mismo tiempo que construía una comunidad dispuesta a menstruar economizando y respetando la naturaleza.

Las ventas mejoraban conforme los semáforos variopintaban el mapa de la república y las entregas en estaciones de metro iban facilitando sus actividades que pronto rayaban en la auto explotación: pedir, desempacar, verificar, empacar, ordenar, envíos, manuales, redes sociales, atención a cliente, publicidad, entregas, mensajes, desvelo, la sala llena y la paciencia vacía.

En aquel entonces, COVID 19 amenazaba a los adultos mayores y las restricciones permitieron una gestión totalmente desde el hogar a su reciente condición de desempleo. No es que antes de la pandemia tuviese un gran trabajo, pero al menos aquella agencia de marketing le brindaba seguro médico y herramientas para lograr continuar con planes para el ingreso a una licenciatura -con todo lo que ello implicaba: renta, alimento, subsistencia que soporte el estudio-.

Marla es una de las 440 mil personas de entre 15 y 29 años que quedaron desempleados en pandemia.

El “pequeño rebrote” de COVID19 ante el nuevo récord de contagios que superó los 16 mil el viernes pasado con mas de 400 muertes, tiene a Marla en cama con síntomas de la variante DELTA: resfriado fuerte, fiebre de 37.8, cansancio y agotamiento extremo, mareo, dolor de cabeza, garganta y estómago.

No hay despensas ni kits COVID19 para ella. Ni hay conferencias vespertinas comunicando los anormales padecimientos que conllevan la nueva variante. Ella no recuerda cómo se contagió, pero de algo está segura: su única actividad es vender productos en redes sociales, trasladarse a puntos de transporte público para su entrega, cobrarlos, comprar algo de despensa y volver a casa.

El desempleo juvenil afecta más a las mujeres que a los hombres

Para el grupo más vulnerable en este momento que son los menores de 30, aquellos que no han sido vacunados, ni cuentan con redes de apoyo o ingresos fijos o redes de apoyo, solo hay negación y criminalización.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las juventudes han sido afectadas desproporcionadamente ya que uno de cada seis jóvenes no trabaja desde el inicio de la pandemia y el 23% de quienes mantuvieron su empleo ha disminuido sus horas laborales. El desempleo juvenil afecta más a las mujeres que a los hombres.

En México, la precarización de las actividades es peor

Entre estadísticas del IMSS y el INEGI, se perdieron 686 mil empleos formales perdidos tan solo entre febrero y marzo, entre los que el 24% de personas despedidas tenían entre 20 y 24 años, seguido por 19% entre 25-29 años, y de 12% para los segmentos 15-19 y 35-49%.

La Población Económicamente Activa - en gran medida, millennials- perdieron el 65% de los empleos formales. Engrosaron la lista de “socios” repartidores sin derechos y con alto riesgo de contagio en aplicaciones como Uber Eats, Rappi, Didi y similares.

Dice López Obrador que el aumento de casos de Covid se vincula a la reactivación social de los jóvenes, porque salen más y se cuidan menos. Y es cierto. Cada fin de semana, mis redes sociales están inundadas de amistades reuniéndose.  Sin embargo, hay más contagios entre los que tienen que salir a buscar formas de sobrevivir.

La vida digital dio una ligera sensación de autonomía a millones de jóvenes que en realidad, enfrentaron las peores condiciones, la mayor afectación, la mayor vulnerabilidad, la peor precarización y el principal abandono: ni una sola política pública con perspectiva de juventud. Y ni hablar de la ausencia de seguridad social: las juventudes más vulnerables en salud son las mismas que no tendrán una pensión, las que en caso de contagio, podrán tener afectaciones en páncreas, corazón, hígado, cerebro, riñones y otros órganos, según especialistas de EU.

Que no les cuenten cómo es que lo enfrentarán sin acceso a salud universal, sin dinero para pagar hospitales y sin padres.