Como muchas familias de clase media, la de Andrés Manuel López Obrador vivía del comercio en un pequeño pueblo de Tabasco.

Inconforme, el joven Andrés aspiraba a mucho más que simplemente dedicar su vida a la tienda familiar en Tepetitán.

Legítimamente aspiracionista, abandonó su pueblo para estudiar en la Ciudad de México.

Un día sus aspiraciones crecieron: decidió encabezar un movimiento político para ayudar a los pobres a mejorar su situación. Qué chingón muchacho aspiracionista.

Aspiró también a ser gobernador de Tabasco, pero el fraude electoral se lo impidió.

Siempre aspiracionista, no se rindió y buscó un objetivo mucho mayor: dirigir un partido nacional de izquierda; lo logró.

Aspiracionista como nadie, quiso ser el gobernante de la capital mexicana, y cumplió su sueño cuando se convirtió en jefe de gobierno del entonces Distrito Federal.

Aspiró después a ser presidente y, de nuevo, el fraude electoral detuvo su ascenso político y social.

Pero los aspiracionista, cuando lo son de verdad, son incansables.

Aspiraba a ser presidente de México y lo intentó dos veces más, hasta que lo consiguió.

Ahora, en la presidencia mexicana, Andrés Manuel critica a los aspiracionistas de clase media, sí, a quienes son como él.

Creo que AMLO está equivocado en sus críticas a los aspiracionistas.

Si en su juventud alguien lo hubiese convencido de que era malo aspirar a crecer en la estructura social, Andrés se habría quedado en el pueblo y no sería el extraordinario presidente que hoy, con renovado aspiracionismo, pretende pasar a la historia por haber cambiado a México.

La equivocación del presidente López Obrador surge del hecho de que muchos aspiracionista mexicanos de clase media no votaron por su partido.

En vez de cuestionar a los aspiracionistas que no votaron por Morena, debería convencerlos de que su proyecto es correcto.

Porque si Andrés Manuel insiste en decir que no tienen remedio los aspiracionistas de la clase media—exactamente lo que, por fortuna, él ha sido toda su vida—, alguno de ellos con pleno derecho aspirará a derrotar a Morena en las presidenciales de 2024, y en una de esas lo va a conseguir.

Sería un enorme retroceso para México que la 4T solo viviera un sexenio. Necesita al menos otro periodo de gobierno para consolidar las transformaciones.

Pero al partido de AMLO, Morena, sin las clases medias aspiracionistas se le complicará la victoria en las elecciones de 2024.

No debe olvidar Andrés Manuel que él arrasó en 2018 porque convenció a la clase media aspiracional. Tampoco debe olvidar su origen ejemplar: el de un muchacho de clase media de pueblo que aspiró a crecer, y lo hizo.

¿Que hay aspiracionistas de clase media que no quieren ser políticos transformadores, sino empresarios? Tienen derecho a aspirar a ello. Y si otros aspiran a ser científicos, qué maravilla.

Querido Andrés Manuel: es legítimo querer salir adelante en la vida, estudiar, trabajar, poner un negocio o hacer ciencia, dedicarse a la política, viajar, comprar casa nueva, un choche del año o al menos uno no tan viejo, realizar producciones de TV y cine, comer en buenos restaurantes, etcétera.

Se supone que eso es lo que la 4T pretende, ¿o no era así?