Voy a ser el primero en recordar que difícilmente sentiré “simpatía” por los “pobrecitos bancos” de México y del mundo. Aún así, cómo señaló la propia presidenta Claudia Sheinbaum, no hay pruebas.

“Nosotros actuamos si hay pruebas. Al Departamento del Tesoro, que envíe las pruebas, si es que las tiene, para que los acompañemos en el proceso. Si no hay pruebas, no puede haber de nuestra parte reconocimiento de lavado de dinero; tiene que haber pruebas para saber si hubo lavado de dinero o no. Entonces: ni lo negamos, ni lo aceptamos; sencillamente, no hay pruebas. Si hay pruebas de la propia investigación de la UIF mexicana, de la UIF, que es la Unidad de Inteligencia Financiera, o de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), de que hay lavado de dinero, se actúa administrativamente e incluso penalmente”, señaló la mandataria.

También hay que mencionar que se señalan en este documento estadounidense a empresas chinas perfectamente legales, lo cual también debe interpretarse como parte de la guerra comercial fallida que el gobierno de Estados Unidos sostiene con la República Popular desde hace décadas.

Siempre que el gobierno de los Estados Unidos hace acusaciones con el dedo flamígero contra gobiernos de México y el resto del sur global, principalmente en temas del narcotráfico hay que preguntarse ¿quién les creerá? Porque más allá de medios de derecha y sus ejércitos de bots, trolls y paleros en redes sociales, cualquier persona con dos dedos de frente sabe que las instituciones estadounidenses, británicas y suizas son las que más billones de dólares producto del narcotráfico han lavado durante los últimos siglos.

Si las acusaciones son inventos del gobierno de EU para presionar a México, o son “testimonios” producto de declaraciones de narcotraficantes convictos, realmente hay que tomarse las cosas con mucha precaución.