Las elecciones de 2024 en Estados Unidos donde se elegirá al próximo presidente de la nación más poderosa definirán el destino del mundo entero.

En la construcción de un nuevo orden internacional se debaten dos posiciones totalmente encontradas, el populismo radical y autoritario representado por Donald Trump que busca regresar a un nacionalismo de corte fascista, que va en contra de la globalización y la integración de naciones y regiones, frente a un ala liberal que busca matizar los efectos nocivos de la globalización a ultranza y empujar un regionalismo que tome en cuenta el cuidado al medio ambiente, la transición energética y de telecomunicaciones.

Quien gane determinará las alianzas y ajustes a nivel internacional y posiblemente, el que se desate o no, una tercera guerra mundial.

Los conflictos internacionales

Mucho de lo que hoy vemos; la invasión de Rusia a Ucrania o en Latinoamérica, como en Perú, Bolivia, Colombia, Argentina o Brasil., los dramáticos actos terroristas de Hamás y la respuesta del presidente de Israel, Benjamín Netanyahu, forman parte de la guerra que se vive al interior de Estados Unidos, con problemas que no se veían desde la “guerra de secesión” del siglo XIX.

Finalmente, lo que decida Estados Unidos determinará el nuevo orden internacional. El debate no solo está en la parte económica y comercial, entre la globalización, el regionalismo y el nacionalismo, sino en lo político, donde hay dos corrientes dominantes, el neopopulismo que apela a nacionalismos radicales y gobiernos dictatoriales de corte fascista, y los liberales que apelan a una reorganización de la globalización y a la cooperación internacional, sobre todo en temas de energía y medio ambientales para combatir el calentamiento global.

Gravísimo

Precisamente, son estas dos corrientes las que a nivel mundial están motivando la conflagración en el mundo que nos tiene al borde de una Tercera Guerra Mundial.

Con la irrupción de Donald Trump en 2016, uno de los mayores populistas, a la escena política de Estados Unidos, nuestro vecino del norte entró en una fase de polarización nunca antes vista en la era moderna.

En ese periodo se registraron cambios importantes en Estados Unidos y el mundo. En EUA se impulsaron posiciones extremas en temas muy delicados de política interna y externa que polarizaron a la sociedad.

Trump declaró la guerra a los migrantes y motivó a sus seguidores a defender su tierra de los “delincuentes”, “terroristas” y mal vivientes; generó polémica con la construcción del muro y alentó a sus ciudadanos a que se armaran hasta los dientes.

Aseguró que la globalización robaba oportunidades a los trabajadores locales, impulsó el regreso de inversiones estadounidenses a su propio territorio y en lo energético, promovió el uso intensivo de combustibles fósiles, deteniendo la transición energética en su país para favorecer a los petroleros y de paso, frenando importantes desarrollos económicos en el mundo.

Trump y México

Lo primero que hizo Trump frente a México fue cancelar las reuniones de alto nivel y cualquier relación institucional; pero más allá, generó alianzas con líderes populistas, principalmente Vladimir Putin de Rusia, Benjamín Netanyahu de Israel y Boris Johnson de Gran Bretaña, para luego imponer en otros países a líderes populistas, como en Brasil a Bolsonaro, en Perú a Pedro Castillo, en Bolivia, Evo Morales, Argentina con Alberto Fernández y la dinastía Crishner y en México a su amigo y aliado AMLO.

A pesar del fuerte respaldo internacional, Trump no logró reelegirse en 2020, principalmente porque la situación en Estados Unidos y en el mundo comenzó a tensarse. En muchos países se presentaron enfrentamientos o luchas no democráticas por el poder, sobre todo en aquellas con líderes populistas al frente. EUA no fue la excepción, Trump perdió la elección y después acusó fraude, alentando a sus seguidores a destruir las instituciones democráticas con la toma violenta del Capitolio.

Estos eventos se repiten con los aliados del expresidente, todos ellos pretenden aniquilar la democracia y las instituciones del Estado. La constante es su intento por destruir el Estado de derecho y la democracia.

En especial contra el poder judicial porque representan un freno a sus políticas populistas violatorias a los derechos humanos y a los principios democráticos.

Un ejemplo de cómo Trump utiliza el conflicto internacional para llegar al poder, es su propuesta migratoria a partir de los recientes hechos provocados por terroristas palestinos. Durante un evento de campaña en Clive, Lowa, Trump mencionó los ataques mortales de Hamás en Israel y generó temores sobre un posible ataque a Estados Unidos, lo hizo para buscar defender sus políticas de inmigración de línea dura.

De concretarse, sus propuestas equivaldrían a una reforma radical del sistema de inmigración de Estados Unidos y esto con seguridad lo haría enfrentar desafíos legales. De ahí que pretende destruir al poder judicial.

Aunque en la Cámara de Representantes logró imponer como líder a un radical aliado para impulsar sus políticas y bloquear las acciones del gobierno de Biden, los republicanos moderados se han plantado ante lo que han llamado “un golpe” y ha rechazado por segundo día al candidato extremista, Jim Jordan, el favorito del expresidente Donald Trump.

Si gana la postura radical, veremos el surgimiento de gobiernos populistas y un mundo polarizado. Al tiempo.

X: @diaz_manuel