LA POLÍTICA ES DE BRONCE

En el corazón de las protestas de Los Ángeles está la comunidad mexicana y latina de segunda o tercera generación. La totalidad o la gran mayoría son ciudadanos estadounidenses que pagan impuestos, seguridad social y que, de manera pacífica, exigen lo que establece la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense: libertad de religión, libertad de expresión, libertad de prensa, libertad de reunión y libertad de petición.

Los migrantes indocumentados están resguardados en sus casas o en sus centros de trabajo ante los operativos de caza de los halcones y chacales estadounidenses, que tienen a su disposición a los agentes migratorios para capturar migrantes, a la Guardia Nacional y a los marines para reprimir a los manifestantes.

Donald Trump se frota las manos esperando que sus provocaciones prosperen. Son el distractor ideal para que la sociedad norteamericana voltee sus ojos hacia Los Ángeles y la opinión pública, particularmente la “América profunda”, pierda de vista su fracaso económico, su torpeza diplomática y su falta de popularidad en los últimos meses; así como su ruptura con el magnate Elon Musk y las acusaciones de estar inmiscuido en el escandaloso caso del pedófilo Jeffrey Epstein.

No está fuera de lugar suponer que Trump desea que algún manifestante se equivoque, que provoque algún hecho de violencia que le permita al presidente estadounidense confirmar y justificar su discurso antimigrante y clasista. No podemos descartar, por los antecedentes del personaje y porque siempre ha estado dispuesto a hacer lo que sea, a quien sea y cuando sea, para cumplir sus propósitos, que alguno de los personajes oscuros que rodean a Donald Trump suelte los demonios y esté detrás de las provocaciones.

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Por las características del personaje, por sus necesidades políticas y por su apremio de seguir en conexión con la base dura de su electorado, la comunidad latina de Los Ángeles y de todo lo largo y ancho de la unión americana, sin renunciar al ejercicio de sus derechos como ciudadanos estadounidenses, debe ser muy cuidadosa en sus protestas. Siempre deben ser pacíficas, apegadas a la Primera Enmienda y con un mensaje de diálogo y conciliación. No deben dejarse infiltrar por grupos de provocación y deslindarse con claridad de los montajes que ya muchos de ellos han detectado.

Más allá de las quejas diplomáticas y de fortalecer los servicios consulares de México en Estados Unidos, es poco lo que, en términos reales, nuestro gobierno puede hacer por nuestros paisanos migrantes. El grueso de la lucha está en el corazón de la comunidad latina, la cual se mueve al ritmo de esos cientos, de los miles, quizá millones de mujeres y hombres de origen mexicano, de nacionalidad estadounidense, que serán la diferencia en las protestas de Los Ángeles.

No sé ustedes, pero a mí me emociona ver ondear la bandera mexicana en las manos de las mujeres y hombres de rostro moreno que luchan por sus derechos de manera pacífica. Estoy seguro de que la victoria final será de ellos, porque nunca un hombre, sin importar lo poderoso que sea, puede derrotar a un pueblo o a una raza cuando lucha por la libertad, la justicia y la vida. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.