La opinión pública nacional se ha hecho eco estos días de los lujosos viajes de los políticos morenistas. Personajes de cuestionables credenciales éticas como Mario Delgado, Ricardo Monreal y Andrés López Beltrán han sido captados en exclusivos restaurantes y hoteles en distintas ciudades europeas. ¿Qué mejor que una bella ciudad de la costa del Meditérraneo para veranear? Dirían ellos.

Otros como el senador Gerardo Fernández Noroña, quien también forma parte de esta pléyade de privilegiados cuyos salarios son suficientemente cuantiosos para pagar un viaje en primera clase a Europa, ha salido en defensa de sus compañeros de partido.

Ellos argumentan que el dinero es suyo, y que por tanto pueden gastarlo como les dé la gana. Vamos a ver. La presidente Claudia Sheinbaum ha reiterado el compromiso de la “transformación” de vivir en la “justa medianía”. En otras palabras, si uno se ciñe a las palabras de la jefa de Estado, los funcionarios no deben llevar vidas con lujos. Para ello -supongo- deberían tener reducciones en sus salarios.

Y no debería sonar descabellado. ¿No fue el propio Noroña el que, vociferando en la Cámara de Diputados al propio estilo vulgar del legislador, conminó en su momento a los diputados de la oposición a rechazar sus sobresueldos y a sus seguros de gastos médicos privados?

Sin embargo, ante semejantes señalamientos, los de la cuatroté salen con el cuento de la supuesta superioridad moral, como si el hecho mismo de darse la gran vida estuviese justificado para ellos y no así para los “prianistas” del pasado.

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Por otro lado, el dispendio excesivo representa una contradicción misma de los “principios” morenistas. ¿No fue AMLO el que utilizó en sus campañas los lujos exhibidos por Peña Nieto y otros mientras el pueblo de México sufría las peores precariedades? ¿O dirán los de Morena que la pobreza ha sido erradicada, que la educación va por buen camino, que la salud pública es como la de Dinamarca y que por tanto las cúpulas partidistas pueden disfrutar así sin más de sus merecidas vacaciones de verano?

En todo caso, la cuatroté está en curso de perder toda credibilidad pública. Mientras la presidente Sheinbaum reprende indirectamente a sus camaradas de partido, el régimen pretende por cualquier vía desviar la atención de la crisis más reciente que azota al partido: los probables lazos con el crimen organizado.