La terrible violación a los derechos humanos que sufren las niñas y adolescentes en las escuelas de educación básica, como primarias y secundarias de México no son casos aislados. El acoso sexual continúa.

La Escuela Secundaria “Jacinto Uc de los Santos Canek”, ubicada en el municipio de Ecatepec de Morelos, en el Estado de México, es motivo de escándalo. Recientemente, una adolescente de 14 años de edad fue víctima de acoso sexual por parte de un empleado dentro del plantel educativo.

No podemos permitir como sociedad que las agresiones sexuales continúen suscitándose en las escuelas, en las calles y en las casas; los agresores tienen que ser denunciados, pues guardar silencio nos convierte en parte del problema; en cómplices.

El hartazgo de la sociedad está vigente en cada rincón de México y del mundo, más cuando son los propios empleados servidores públicos de escuelas de educación básica de gobierno, en este caso, del Estado de México quienes son los violentadores de los derechos humanos de la niñez.

Necesitamos que las autoridades responsables de impartir el conocimiento reeduquen a las y los servidores públicos y a los trabajadores en general para evitar más violencia en todos los ámbitos.

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La prevención es fundamental, es por ello, que en varias columnas he tenido la oportunidad de proponer que se imparta la clase de derechos humanos desde la educación básica porque el conocimiento nos ayudaría a evitar más delitos.

“En 2020 se estima que ocurrieron ocho mil 876 nacimientos en niñas y adolescentes de 10 a 14 años, lo que implica 24 nacimientos diarios”.

“La violencia sexual es un factor altamente asociado a la ocurrencia de embarazos entre niñas y adolescentes de 10 a 14 años ya que, en mayor proporción, son producto de la violencia ejercida por integrantes de la familia o del entorno cercano bajo distintas formas de coerción que abarcan desde la imposición forzada hasta las amenazas, abuso de poder y otras formas de presión”, (Gobierno de México).

Las autoridades de cualquier rincón de México y a nivel internacional están obligadas a no revictimizar a las víctimas, pero muchas veces no es así, debido a la falta de conocimiento, compromiso y empatía por parte de los responsables de dar un acompañamiento respetuoso.

Nuestra niñez no tiene que sufrir la violencia perpetrada en diversos lugares de la sociedad y de los gobiernos, los gobernantes siguen en deuda con sus gobernados y con sus propias familias.

Es importante alzar la voz ante las injusticias que continúan acechándonos como ciudadanas y ciudadanos. El hartazgo se hace presente a lo largo y ancho de las naciones.

Que la reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas sirva para que los líderes mundiales se comprometan por el respeto a los derechos humanos, y a trabajar más por el desarrollo sostenible y la paz global.