Las recientes declaraciones del general Cresencio Sandoval, durante la conmemoración de la gesta de los Niños Héroes, han provocado una ola de indignación entre los opinólogos e intelectuales mexicanos. En su propia interpretación, el titular de la Sedena habría amenazado directamente a la oposición.

En palabras del general Sandoval:  “debemos discernir de aquellos que con comentarios tendenciosos generados por sus intereses y ambiciones personales, antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas la confianza y el respeto  que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir a su pais”.

Sin lugar a dudas, la intervención ha sido desafortunada, particularmente en el marco de un debate nacional en torno a la militarización del país. En otras palabras, un Ejército, que aún tiene un largo camino por recorrer para ganar la confianza de los mexicanos, debe omitir comentarios que pudiesen ser interpretados como advertencias a los hombres y mujeres que rechazan la participación de los militares en las tareas civiles.

Sin embargo, esta animadversión de los intelectuales hacia los militares no es ni remotamente una exclusividad mexicana. Por el contrario, ha sido historia repetida en la mayor parte de América Latina y de España. En este último, el lector recordará cómo los intelectuales que forjaron la Segunda República repudiaron el militarismo abrazado por la monarquía, y luego, por la dictadura franquista. Lo mismo ocurrió a raíz del establecimiento de la junta militar y la dictadura de Augusto Pinochet, en Argentina y Chile, respectivamente.

Los intelectuales mexicanos y extranjeros, quienes abrazan los ideales libertarios y los valores de la democracia liberal, entendida ésta en sentido amplio, han rechazado históricamente la disciplina castrense como medio de organización. Le temen y le rehuyen. Lo anterior, sumado, en el caso de México, a las reiteradas violaciones de los derechos humanos, ha profundizado la animadversión de los pensadores liberales hacia las Fuerzas Armadas.

En conclusión, no sorprende que intelectuales y activistas mexicanos hayan interpretado el mensaje del general Sandoval como una amenaza contra los detractores de la militarización. Pero a la vez, los oficiales, en vez de lanzar comentarios al aire en medio de una controversia nacional, deben trabajar para ganar la confianza de los mexicanos.