“No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado.”

MIGUEL DE CERVANTES

“En vez de hacer por crecer, tiraba para abajo las consecuciones de los demás para intentar equilibrarse con ellos.”

SANTIAGO LORENZO

Pocas veces se ha visto tanta miseria moral condensada en tan pocos caracteres. Bastó que María Corina Machado recibiera el Premio Nobel de la Paz para que las redes de la 4T entraran en combustión espontánea. Ruindad, resentimiento y misoginia travestidos de ideología. Porque lo que hay en el fondo es simple: envidia.

Envidia de una mujer que no se sometió, que desafió a un dictador y que, sin armas, demostró que la valentía civil también puede tumbar regímenes. Envidia de una latinoamericana que brilla donde ellos solo ensucian con consignas.

Y esa envidia los descompuso… más.

Claro, ¿cómo iban a felicitarla si México fue uno de los pocos países del continente que no se atrevió a señalar el fraude electoral venezolano del año pasado? ¿Cómo hacerlo si la presidenta con A defiende al tirano y contribuye a subyugar a una mujer digna y a todo un pueblo?

Lo que son las cosas, ni siquiera el socialista Gabriel Boric tuvo empacho en distanciarse. Su gobierno, en particular, el canciller chileno Alberto van Klaveren, felicitó a Machado calificándola como “dirigente indiscutida de la oposición venezolana” tras el anuncio del Nobel. Boric, con todas sus contradicciones, entiende que ser de izquierda no implica defender lo indefendible. Pero el gobierno mexicano, que ni siquiera es de izquierda —o quizá por eso mismo—, no. La 4T está convencida de que democracia y totalitarismo son lo mismo. ¡Pobre de aquel que no esté del “lado correcto del proceso revolucionario”!

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Así que, coherentes con su cobardía, el morenismo prefiere callar. Y cuando el Nobel se anunció, en vez de celebrar optaron por el berrinche digital. Que si era “una marioneta del imperio”, que si “la CIA la premió”, que si “Rubio y Trump están detrás”. La misma letanía que justifica cualquier atropello con tal de no admitir el horror de un régimen atroz, corrupto y tiránico en Venezuela.

Por eso, aquella nación sigue vaciándose. Casi ocho millones de venezolanos —¡el 27% de su población!— han tenido que emigrar. Muchos están en Colombia, Perú, Chile, Ecuador, España, México... Y frente a ese drama humano, el gobierno de “regeneración nacional” prefiere aplaudir al carnicero. Porque, claro, reconocer el sufrimiento ajeno sería admitir que el modelo que tanto admiran terminó siendo una mierda.

Y por si faltara espectáculo, cuando la UNAM —la universidad de todos— compartió una nota sobre el Nobel de Machado, los bots del oficialismo se lanzaron contra ella. ¡Contra la UNAM! La misma institución a la que la 4T intenta “reeducar” cada que sus profesores piensan demasiado. Lo risible —si no fuera trágico— es que la Universidad Nacional siempre ha tenido fama de ser de izquierda. Pero eso tampoco sirve cuando “la izquierda” de Palacio decide quién es puro y quién debe arder.

Un “sin comentarios” de Claudia Sheinbaum, ¡vaya ironía! En “los tiempos de las mujeres”, una mujer fue incapaz de felicitar a otra por ganar un reconocimiento por acciones conducentes a LA PAZ. Ni empatía, ni diplomacia, ni siquiera cortesía. Solo silencio. Pero claro, si hubiese sido una premiada “de la línea”, habría comunicado, tuit, foto y ceremonia desde Palacio Nacional.

Y para colmo, el discurso “no nos metemos en los asuntos de otros países”, se aplica según el humor. Con Perú, por ejemplo, sí hubo comentarios, juicios y descalificaciones. Nada de neutralidad ni prudencia. La doble moral es la nueva marca registrada de la diplomacia 4T.

En Machado encontramos, en cambio, diplomacia fina, de la buena. Así, cuando Trump se molestó porque no fue él quien ganó el Nobel, ¿qué hizo la astuta demócrata? Lo llamó, lo calmó y hasta le “dedicó” el premio (según el propio Trump, claro). El hombre que desquicia a medio planeta quedó contento. Machado logró lo que pocos: aplacar a Trump sin rendirse. Algo que, por cierto, bien podría envidiar la propia presidenta mexicana, quien también busca llevarse bien con el magnate, solo que sin éxito contundente.

Descompuesta la 4T. Mientras sus bots tuitean furia y recitan consignas, una mujer venezolana hizo historia. Mientras México guarda silencio para no incomodar a Maduro, el resto del mundo celebra la valentía civil frente a la tiranía. Y mientras los supuestos defensores de la paz se ofenden por un Nobel, el autoritarismo que tanto admiran sigue devorando a sus pueblos.

La verdad es sencilla: lo que descompone al gobierno morenista sobre el Nobel de María Corina Machado no es que sea “de derecha”, ni que hable con Trump, ni que desafíe a Maduro. Lo que les duele es que les recordó lo que ellos ya no son: libres, valientes y democráticos.