La incapacidad que ha mostrado la oposición, del 2018 en adelante, nos deja muy claro que, más que la competencia, la lucha por la sobrevivencia está en su mayor apogeo. A medida que pasan los días, lo vemos, la derecha va cayendo más en detrimento. Cancelar y romper la alianza con el PRI, del lado del PAN, fue la mejor decisión que pudieron tomar. De hecho, muchos aseguran que, gracias a ello, se concretaron un volumen importante de posiciones en el legislativo federal. Estando presente en ese ejercicio electoral, en efecto, juntos lograron una cantidad considerable, pero al final insuficiente para ser un contrapeso fuerte en ambas cámaras legislativas. Pese a ello, el rompimiento no le da ninguna garantía al panismo de que le vaya a ir mejor. En verdad, se quita un lastre como el Revolucionario Institucional. El problema de todo ello es que, al igual que el tricolor, Acción Nacional carga con una losa igual o mayor de pesada. En resumidas cuentas: son lo mismo, pero con otras siglas y colores.
Qué curioso que ahora, por la necesidad de dar un giro total, el PAN se desmarque del PRI cuando, en la realidad, ambos son lo mismo. Llevan años y procesos electorales que no levantan y, encima de todo ello, ahora buscan vender una idea que tiene una elevada dosis de marketing. Es pura publicidad lo que muestra el PAN. Detrás de ello, basta ver a sus dirigentes, pesa una serie de acusaciones por corrupción inmobiliaria. Nos da la impresión que eso, sumado a la falta de liderazgos, serán determinantes para saber que, como tal, su futuro no es prometedor. Es demasiado tarde para reaccionar de esa manera, más allá de la propuesta ciudadana que puso sobre la mesa el panismo. Eso, más que otra cosa, nos muestra el grado de desesperación con el que cargan. Será fracaso tras fracaso.
Ya se exhibieron durante años. El PAN se descaró en los tiempos de Enrique Peña Nieto. El mismo Ricardo Anaya, desde el Legislativo, se arrodilló frente al poder. Colocó la alfombra para perpetrar la privatización y saqueo a los recursos de la nación a través del llamado Pacto por México. Por eso, más allá del rompimiento, no hay nada que les garantice que serán competitivos. Es más, solamente los medios conservadores le dieron cobertura a su relanzamiento el pasado fin de semana. Algunos de ellos, que lo han vuelto hacer; han divulgado encuestas como la de México Elige. Recuerdo que esa metodología, hace poco, puso por encima a Xóchitl Gálvez en la carrera por la presidencia. Se atrevió, inclusive, a darle ventaja al PRIAN, en aquel entonces. Por eso muchos nos hemos preguntado si, de verdad, alguien les hace caso.
El PAN, desde luego, ha caído en un agujero profundo del que no puede salir. Está sumergido en una crisis muy profunda, máxime cuando están a la cabeza de la dirección personajes como Jorge Romero. Él mismo, que ha dicho que se postularán solos para los puntos de participación democrática que se avecinan, vivirá en carne propia la peor derrota de la historia del PAN. De acuerdo con las encuestas de credibilidad, Morena es, de las 17 entidades que se disputarán, el favorito para ganar 15 o 16. Abrumadoramente, por cierto, el margen que le saca al panismo es, desde ahora, técnicamente imposible de superar.
Es, por lo tanto, el momento perfecto para aplastar a la oposición. Hablamos de los amarres que debe llevar a cabo el lopezobradorismo con las fuerzas aliadas que, a lo largo de estos años, han sido fieles compañeros en la lucha por la democracia. Uno de ellos, en definitiva, el Partido del Trabajo, que está en la mejor disposición de seguir adelante con la agenda legislativa y, naturalmente, con esta sociedad que ha rendido frutos sustanciales.
La importancia que ha cobrado la coalición Seguimos Haciendo Historia, en lo político y social, es verdaderamente productiva. Por supuesto que esto demanda siempre más unión, entrega y compromiso. Lo hay. Desde la cámara de diputados, queda claro que el PT ha cerrado filas con la presidenta constitucional. Ese es, por lo tanto, el camino que conducirá a refrendar la alianza. Es más, se nota la cercanía que existe. El líder de la fracción parlamentaria del PT en San Lázaro, que además es un serio competidor en la carrera por la gubernatura de Michoacán, tiene encuentros periódicos con la secretaria de Gobernación. Existe, sin ir más lejos, una interlocución directa y sin intermediarios para consensuar temas de interés.
Por eso se antoja que esta sociedad, que dará para más, selle su compromiso y, de una vez por todas, aplaste a la oposición. Los votos y la proporción que promedia el PT, de acuerdo con las propias evaluadoras, serán cruciales para tener nuevamente mayoría calificada en el Congreso y, de paso, inmensas posibilidades de ganar 16 entidades, incluida Querétaro. Debemos admitir que ese enclave, desde hace muchos meses, viene mostrando fuerza a favor de Morena. Por eso aquí, sobra decir, la suma del partido guinda, PT y PVEM es inexorable. Ellos harán la diferencia para lograr la anhelada alternancia. De hecho, hay un aspecto que consideramos relevante. Me refiero al crecimiento que ha tenido Santiago Nieto en las encuestas. Él, lo dicen las metodologías, es el único que puede hacer frente para arrebatarle la estafeta al panismo. Siendo así, no debe existir ningún dilema: la izquierda debe ir, por lógica, con lo mejor que tiene para lograr la hazaña.
En el resto de las entidades, ni falta que hace decirlo, la coalición es, sin exagerar, una auténtica aplanadora que aplastará a la oposición. Es el momento; las condiciones se han creado y son ideas. Es ahora. Me refiero a ir unidos para derrotar a la oposición a lo largo y ancho del país.



