La muerte de la reina Isabel II ha sacudido al mundo entero. Tras 70 años de reinado, la monarca, que la víspera había nombrado a Liz Truss como Primera Ministra del Reino Unido, murió repentinamente en su residencia escocesa de Balmoral. Con la noticia, cientos de jefes de Estado y de gobierno expresaron sus condolencias al rey Carlos III, a la familia real y al pueblo británico.
El reinado de Isabel estuvo marcado por una cadena de acontecimientos que marcaron la historia del mundo, desde el inicio de la Guerra Fría hasta la era espacial. Con Winston Churchill como primer jefe de gobierno de su reinado, Isabel II devino en un icono inconfundible de unidad y pertenencia para las naciones británicas.
En este tenor, a pesar del latente separatismo escocés, especialmente revigorizado tras el referendo en torno a su independencia, la figura incontrovertible de Isabel II coadyuvó al mantenimiento del Estado británico. Lo mismo ocurrió con el Brexit. Si bien la monarca, fiel a sus prerrogativas constitucionales, jamás expresó su opinión en torno a esta polémica controversia política, la imagen de la mujer asomada en el balcón del palacio de Buckingham contribuyó al saneamiento de las heridas provocadas por acalorados debates en torno a la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea.
En otras palabras, la contribución más importante de Isabel II a la historia británica fue la conservación de la unidad nacional. Más allá de haber sido una mujer privilegiada testigo de la historia de los siglos XX y XXI, la monarca pasará a la historia de su país como un símbolo edificante de la nación británica.
¿Qué lecciones ha dejado Isabel II a México? A diferencia de los políticos mexicanos que no cejan en su empeño de dividir a la nación con objetivos electorales, Isabel II, lejana a los vaivenes de la política, fue capaz de hacer pervivir la unión nacional. En el caso mexicano, políticos irresponsables como AMLO y sus seguidores, en vez de trabajar en favor del progreso y la unidad, siembran la discordia en cada discurso, comentario o quehacer público.
El próximo presidente de México deberá emular a Isabel II, y buscar, cada día, que los mexicanos, sin distingos de color, raza o condición social, encuentren la unidad perdida; una identidad que la clase política busca destruir para exacerbar las tensiones sociales, y con ello, ganar terreno político.
El mundo echará de menos a Isabel II... y los mexicanos acudiremos a las urnas en 2024.